Hace ilusión cuando viajas y te encuentras dentro de escenarios que han aparecido en películas que has visto. En este mundo interminable hay lugares muy especiales y de extraordinaria belleza, que inevitablemente no pasan desapercibidos tampoco para los cineastas. Vamos a hablar sobre Petra.
No se conoce en realidad cuando fue construida Petra pero fueron los árabes nabateos los que la convirtieron en capital de su imperio y la hicieron prosperar sobre el siglo I a.C. aprovechando su situación estratégica en el paso de caravanas de incienso, mirra y especias entre Arabia, Egipto, Siria y el sur del Mediterráneo.
Inscrita en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1985 y considerada una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno desde 2007, la ciudad rosa del desierto, fue dada a conocer en el mundo entero en 1989 gracias a la superproducción de Steven Spielberg «Indiana Jones y la última cruzada». Todos recordamos a Indy a caballo, acompañado por su padre cinematográfico Sean Connery adentrándose por el estrecho cañón de piedra, el Siq, hasta llegar a la explanada en la que se abre la impresionante fachada de El Tesoro, templo ficticio en el que ellos anhelan encontrar el valioso Santo Grial. Desde entonces, miles de turistas cada día, intentan emular a Harrison Ford, descubriendo con sus propios ojos la joya excavada en piedra de Jordania.
¿Sabías que en Petra se han rodado también «Queen of the desert», «Transformers: la venganza de los caídos», «El regreso de la momia» y «Samsara»; o que gran parte de la película de «Indiana Jones y la última cruzada» se rodó en Almería?
Pero volviendo a la época de los nabateos, 236km al sur de Amman la capital de Jordania, entre el Mar Rojo y el Mar Muerto, a 1000 metros sobre el mar aproximadamente, en un valle de la región montañosa de Edom, al este del valle de Arabah, las caravanas transportaban mercancías entre Asia y Europa. Petra fue posteriormente anexionada al imperio romano y continuó prosperando, hasta que sobre el siglo VI d.C., como consecuencia de cambios en las rutas comerciales y varios terremotos, los habitantes de Petra tuvieron que abandonar la ciudad y ésta fue olvidada, dejó de existir durante siglos excepto para unos pocos beduinos que se quedaron en el lugar, los Bedul.
En 1812 el arqueólogo suizo Johann Ludwig Burckhardt redescubrió este maravilloso lugar. Desde entonces, los trabajos de campo han ido sacando a la luz imponentes templos, tumbas, el teatro, las calles, mercados, canalizaciones de agua… que los turistas podemos visitar hoy en día.
Nosotros viajamos a Jordania en octubre, un par de semanas y reservamos tres días enteros únicamente para Petra. No nos arrepentimos para nada. Pudimos recorrer la ciudad arqueológica a nuestras anchas y disfrutar tranquilamente de los paisajes. Pero lo que realmente nos sorprendió y marcó en este viaje, fue conocer a varios beduinos locales, los Bedul. Ya hablaremos de ellos más adelante. Sólo deciros que los reconoceréis rápido cuando veáis a decenas de metros de altura una silueta encaramada sobre un monumento o niños solitarios descalzos entre las rocas.