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Hanoi, la electrizante capital de Vietnam

Hanoi es una de esas ciudades que tienen vida propia. Una vez que te ves sumergido en sus calles te acoge y pasas a formar parte de ella. Es una de esas ciudades que no descansa, en continuo movimiento. Personas por todas partes a todas horas realizan sus tareas concentradas o descansan creando un ambiente de inusitada calma. Hanoi es difícil de explicar con palabras, es una de esas ciudades que hay que vivirla.

Antes de nada un poco de historia. Hanoi ya fue capital del país en el año 1010 cuando la dinastía Ly estableció su imperio, la nombraron Thang Long («dragón naciente»). Diferentes emperadores la ocuparon y la renombraron durante siglos hasta que a principios del siglo XIX la dinastía Nguyen movió su sede a la ciudad de Hue. Fueron ellos que comenzaron a llamarla Ha Noi («entre ríos»). Unas décadas más tarde aparecieron los franceses que la ocuparon y la tomaron como capital de Indochina en el año 1887. Pronto llegaron las guerras. Estalló la Segunda Guerra Mundial y los japoneses la dominaron entre los años 1940 y 1945. Tras la rendición japonesa Ho Chi Minh declaró la independencia de Vietnam pero rápidamente volvieron los franceses con intención de reocuparla dando así inicio a la Primera Guerra de Indochina. En 1954 los comunistas la proclamaron capital de Vietnam del Norte. Llegaron los años fatídicos de la Segunda Guerra de Indochina  o Guerra de Vietnam, contra los Estados Unidos. Finalmente, en el año 1976 se pudo declarar una Vietnam unida e independiente, con Hanoi como capital del país.

A lo largo de la historia, la vida en Hanoi se ha concentrado en el Barrio Antiguo u «Old Quarter». Hasta bien entrado el siglo XIX este congestionado kilómetro cuadrado se encontraba amurallado y cerrado por grandes puertas de madera. De hecho, hasta principios del siglo XX la ciudad estaba formada solamente por 36 calles que son la mayoría parte del Barrio Antiguo actual. Cada calle está especializada en un oficio y lleva su nombre. Están las calles por ejemplo del arroz, del algodón, del bambú, del pescado, del cuero, de la seda, de las plantas medicinales o del bronce.

Durante nuestra estancia en Hanoi pasamos horas caminando por las calles del Barrio Antiguo. De día o de noche, a pleno sol o bajo la tormenta, la vida nunca para. Entre motos que van y vienen circulan vendedores ambulantes y cada artesano se dedica a su labor, algunos descansan, otros charlan. Da la impresión de que se puede encontrar cualquier cosa que uno necesite en el Old Quarter. Además, los restaurantes de calle se suceden, cafeterías, bares, agencias de viajes y algunas tiendas de souvenirs.

Entre tanto estímulo, a veces resultaba difícil apreciar la arquitectura, las casas de mercaderes del siglo XV, los templos o las pagodas ocultas entre los edificios.

Muy cerca del Barrio Antiguo se encuentra uno de los grandes lagos de la ciudad, el lago de Hoan Kiem o de la espada. Es un lugar de reunión de vietnamitas, de paseo o para el deporte. Traspasando un bonito puente rojo se llega al templo de Ngoc Son.

A las afueras de la parte antigua, Hanoi es una ciudad agradable para pasear. Símbolo de la ciudad es la Torre de la Bandera, muy cerca del parque y la estatua de Lenin. En pocos minutos se puede llegar a la zona dedicada a otro líder comunista. El mismísimo Ho Chi Minh se encuentra embalsamado (en contra de su voluntad) en el mausoleo que lleva su nombre. Ya cerca del Lago del Oeste se encuentra el templo de Quan Thanh que se remonta a la época de la Dinastía Ly.

Algo que hizo aún más especial nuestra estancia en Hanoi fue que tuvimos celebración de cumpleaños.

Además, nos reencontramos con Petra y Christian. Son una pareja de alemanes que conocimos en Tailandia hace unos meses y que viven en Hanoi. Nos acogieron en su casa y nos llevaron a cenar a un restaurante local Cha Ca, una especialidad vietnamita a base de pescado. Con ellos probamos el «Pho cocktail», un espectacular cocktail creado a partir del pho o la sopa vietnamita. Esperamos poder volver a verlos pronto!

La impresionante Bahía de Halong

Viajar a Vietnam implica casi necesariamente conocer la Bahía de Halong. Catalogada como una de las siete maravillas naturales del mundo, es destino imprescindible en la visita al país.

Sinceramente, sobre todo tras la experiencia con nuestro tour por el delta del Mekong, teníamos nuestras reservas con respecto al tour por la bahía. Son montones las agencias de viajes que ofrecen diferentes recorridos a lo largo de la bahía y temíamos formar parte otra vez de un grupo enorme con un programa rígido que no cumpliese del todo nuestras expectativas. Por suerte, lo que nos encontramos nos sorprendió gratamente. Escogimos, por referencias de amigos, hacer el tour con la agencia Vega Travel y entre las diferentes opciones la de 3 días y 2 noches, una de ellas en el barco y la otra en la isla de Cat Ba. El guía, Dem, era simpatiquísimo, disfrutamos realmente con las actividades y los paisajes y conocimos gente con la que seguro seguiremos en contacto.

La Bahía de Halong se encuentra en el norte de Vietnam, en el golfo de Tokin,  muy cerca de China, a 170  kilómetros al este de Hanoi. Comprende una superficie de 1500 km cuadrados a lo largo de una costa de 120 kilómetros y acoge un archipiélago formado por 1969 islas de diferentes tamaños, la mayoría protegidas. Muy pocas de ellas están habitadas y gran parte de los pescadores locales viven en pueblos flotantes.

Algo que nos gustó desde el principio fue que nuestro barco se desvió desde el inicio de la ruta tradicional y nos llevó tranquilamente, entre islitas mientras descansábamos  en la cubierta, a la menos turística pero no por ello menos bella bahía de Bai Tu Long.

Más tarde, de vuelta a la zona de Halong más transitada, visitamos la enorme cueva de Hang Sung Sot (o «Surprising Cave») con sus estalactitas y estalagmitas, para después pasar un rato divertido con el kayak a lo largo de la gruta de Hang Luon, entre formaciones calcáreas y acantilados. Es una pena que debido a la afluencia masiva de turistas, las aguas de Halong están en muchas zonas sucias con basura y contaminadas.

Tuvimos suerte con el grupo y la cena en el barco fue muy agradable. Quedó tiempo hasta para pescar calamares. Por la noche caímos rendidos y dormimos como troncos mecidos por las olas.

Nos despertaron bien pronto por la mañana a orillas de la isla de Titop para subir las 340 escaleras que llevan a una cima con vistas espectaculares de 360 grados de la bahía. La verdad es que el esfuerzo mereció la pena.

Ya bien despejados y tras un buen desayuno en el barco, llegamos a la isla de Cat Ba para pasar el día descubriendo el Parque Nacional. La isla de Cat Ba, cuyo significado en vietnamita es «Isla Mujeres», es como el resto de la bahía de paisaje kárstico, pero encierra en su interior una jungla tropical con flora y fauna únicas que son Reserva Mundial de la Biosfera. El Parque Nacional, con componente terrestre pero también marino, ocupa aproximadamente un tercio de la isla y en su interior vive el «langur de cabeza blanca» del que sólo quedan aproximadamente 100 ejemplares. Nosotros recorrimos parte en bicicleta y parte haciendo trekking por el bosque.

Esa noche la pasamos en un hotel en el pueblo de Cat Ba, el mayor núcleo urbano de la isla. En toda la isla viven aproximadamente 13.000 habitantes residiendo en seis comunas diferentes y otros 4.000 en pueblos pesqueros flotantes en la costa. La mayoría se concentran en el pueblo de Cat Ba, al sur, el cual se ha convertido en el centro comercial y punto de acogida de cientos de turistas cada día. Nuestro guía nos llevó a puestos de calle donde comimos pero sobre todo bebimos la «happy water» que tanto gusta a los vietnamitas, que es vino de arroz casero.

El último día lo pasamos en la cubierta del barco, saltando desde lo alto al agua, leyendo en las tumbonas o simplemente observando la belleza de la bahía y las rutinas de los pescadores y sus pueblos flotantes.

Encantados con nuestra experiencia en la Bahía de Halong tomamos el autobús rumbo a Hanoi.

Hue, la antigua capital

Desde Hoi An en un par de horas en autobús llegamos a la ciudad de Hue. Situada en el centro de Vietnam fue la capital del país hasta el año 1945 que comenzaron las guerras, primero contra los franceses y posteriormente contra los americanos.

Entre los años 1802 y 1945 Vietnam fue gobernada por la dinastía Nguyen. Los sucesivos emperadores de esta famila tomaron Hue como capital, aquí establecieron sus cortes, vivieron y fueron enterrados, todo a lo grande. Es por esto que Hue hoy en día ofrece un complejo de monumentos impresionante, Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO.

Los diferentes reyes vivían en la Ciudad Imperial, al norte del río Perfume. Emplazada en un espacio enorme que se conoce como la Citadel, protegida por un foso y sendas murallas, La Ciudad Imperial, muchas veces comparada con la de Beijing, fue una visita que nos asombró y nos gustó mucho.

La mayoría de los alojamientos en Hue se encuentran al sur del río, por lo que nos decantamos por desplazarnos  a través del puente en triciclo.

Una vez en la Citadel, pasamos horas recorriendo los templos, palacios, pavellones y jardines del interior. Muchísimos edificios han sido dañados a consecuencia de inclemencias meteorológicas y sobre todo tras la famosa batalla de Hue durante la Guerra de Vietnam. Stanley Kubrick centró la segunda mitad de La Chaqueta Metálica en torno a las ruinas de la ciudad de Hue (rodado en Inglaterra). De los 160 edificios principales apenas quedan 10. A pesar de ello, gracias a los trabajos de restauración y la grandeza del espacio en sí, es una visita que sin duda merece la pena.

Dentro de la Citadel se encuentra la Ciudad Púrpura Prohibida, a la que sólo podían entrar el emperador, sus concubinas y muy pocos elegidos. Traspasar sus puertas era penado con la muerte.

Cuando los emperadores morían eran enterrados en unos complejos que ellos mismos diseñaban. Sus tumbas eran emplazadas entre jardines, monumentos y palacios. Nosotros visitamos las tumbas de Tu Duc, Minh Mang y Khai Dinh y la verdad es que nos gustaron mucho, seguramente porque se encuentran a las afueras de la ciudad integradas en plena naturaleza. Siempre asociaremos Hue con los magnolios en flor que perfuman sus ruinas.

A las afueras también se localiza la pagoda de Thien Mu. Símbolo oficial de la ciudad, con sus siete plantas es el edificio religioso más alto de Vietnam. Hay un jardín de bonsais que nos gustó mucho y también está el coche Austin que traslado al monje budista Thich Quang Duc a Saigon antes de su autoinmolación en protesta contra el régimen sudvietnamita de entonces.

Pero Hue hoy en día es mucho más que una antigua capital imperial. Con un tráfico relativamente fluido, sobre todo si se compara con otras grandes urbes vietnamitas, es una ciudad agradable para pasear, sobre todo a lo largo de la ribera del río Perfume.

Otro aspecto remarcable es el de la cocina. Como cada lugar en Vietnam, Hue ofrece unas especialidades locales deliciosas. Son famosos los platos de la cocina real, pequeños platos delicados y sabrosos que se preparaban para contentar a la realeza. Hoy en día son baratísimos y los preparan en casi todos los restaurantes.

De aquí emprendimos viaje en tren rumbo al norte…

Visita a los templos de My Son

Muy cerca de Hoi An visitamos los templos de My Son y descubrimos un nuevo pueblo del sudeste asiático: los cham.

Protegido en un valle entre montañas, en la Vietnam Central, se encuentra el complejo de templos de My Son. Durante cientos de años, entre los siglos IV y XIV, sucesivos reyes cham erigieron aquí sus templos hinduístas. Hoy en día un pueblo casi olvidado, fue grande y poderoso durante siglos y llegaron a tener durante muchos años el control del comercio de especias y seda entre China, India y las islas de Indonesia.

El imperio Champa, a pesar de que nunca tuvo un gran número de habitantes, se extendió en la Vietnam central y parte del sur y en sus años grandes llegó hasta Laos y parte de Camboya. Se cree que los primeros cham fueron piratas malayo-polinesios que llegaron a través de Borneo y establecieron, con importantes influencias de mercaderes hindúes, su estado en Vietnam y tomaron como religión el hinduísmo, con especial devoción a Shiva.  Siglos más tarde (siglo XI), tras el contacto con poderosos mercaderes musulmanes, muchos grupos cham se convirtieron al islam. Cabe destacar que los cham eran matrilineales, con lo que la sucesión de linaje se transmitía a través de las mujeres de la familia. Son una de las pocas minorías étnicas en Indochina que desarrollaron su propio sistema de escritura, basado en el sánscrito.

El valle de My Son fue el lugar que escogieron los diferentes reyes de las dinastías Champa como centro espiritual. Allí realizaban sus ceremonias religiosas y eran enterrados. Se llegaron a erigir más de 70 templos de característico ladrillo rojo.

Según las inscripciones, el primer rey cham y fundador de My Son fue Bhadravarman, que reinó desde el año 380 al 413. Estableció una linga que llamó Bhadresvara, un nombre que combinaba el suyo propio con el del dios de los dioses hindúes Shiva. Los subsecuentes reyes, durante los siguientes siglos, renovaron los templos antiguos y añadieron nuevos.

En constantes luchas con China, resto de Vietnam y Camboya (los cham llegaron a tomar Angkor), los cham cayeron en la guerra Cham-vietnamita en el año 1471. Vietnam ocupó sus tierras, muchos de ellos fueron masacrados y otros huyeron a Malasia o Camboya. Los últimos vestigios del reino fueron anexionados y absorbidos por Vietnam en el año 1832.

Los templos de My Son también sufrieron constantes agresiones por parte de los enemigos, probablemente las peores sucedieron durante la Guerra de Vietnam. Los estadounidenses bombardearon los templos y minaron toda la zona. Gracias a los trabajos de restauración llevados a cabo por Francia y otros países, hoy en día, entre los agujeros de las bombas, se mantienen la mayoría de templos, algunos de ellos no obstante prácticamente derruidos.

Actualmente, los cham son las población musulmana principal de Camboya y Vietnam. Los cham musulmanes son conocidos como Bani. En Camboya, durante las limpiezas étnicas de Pol Pot muchos de ellos fueron asesinados. En Vietnam, la mayoría son hinduístas, conocidos como Balamon y son un pueblo oprimido que no llega a los 100.000 habitantes. Gran parte de ellos fueron reubicados desde el norte y agrupados en Song Luy, muy cerca de Mui Ne. Son reconocidos por sus trabajos textiles tejidos a mano que se exportan a los países vecinos y son vendidos por los locales en mercados para turistas. Han sido marginados económicamente por parte del gobierno y perseguidos, tanto hinduístas como musulmanes, por su religión. Muchos de sus templos han sido destruidos u ocupados y en los últimos años, en incidentes en diferentes pueblos, varios cham han sido asesinados.

Gracias a la visita a My Son hemos conocido un poco la historia de los cham, un pueblo que junto con su lengua está en peligro de desaparecer.