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Descanso en la costa sur de Camboya

No todo son templos en Camboya. Hemos conocido la costa del sur del país y ha sido toda una sorpresa para nosotros. Las playas tranquilas, las puestas de sol espectaculares, el ambiente local y la comida, entre muchas otras cosas, fueron motivo suficiente para alargar nuestra estancia en el mar más de lo previsto inicialmente.

Camboya tiene una costa de 450 km aproximadamente conformando la Bahía de Kompung Sao, distribuida en cuatro provincias: la de Koh Kong, la de Sihanoukville, la de Kampot y la de Kep; y además, 60 islas. Nosotros visitamos las tres últimas provincias.

Nuestro campamento base fue Sihanoukville o también conocida como Kompong Som. La ciudad no tiene muchos atractivos y son sus cinco playas las que acaparan toda la atención: la «Victory Beach», la «Independence Beach» o «7-chann Beach», la privada «Sokha Beach», la «Ochheuteal Beach» y una parte de ella que se conoce como «Serendipity Beach» y la «Otres Beach». La zona de la Serendipity es probablemente la más popular y la que más vida nocturna ofrece. Nosotros sin embargo, nos decantamos por la Otres Beach. La más alejada, con sus 4 km de largo, seguramente no tiene el toque paradisíaco de algunas playas de Tailandia con arena blanca y aguas turquesa, pero ofrece una tranquilidad y un ambiente que la hacen única. Está compuesta por dos zonas con alojamientos y restaurantes en primera línea, separadas por una playa pública siempre desierta.

Gracias a una súper oferta en internet nos alojamos en un resort de un nivel bastante superior al que estamos acostumbrados (Mary Beach) y pasamos los días disfrutando del paisaje, del mar, de la comida y de los ratos de no hacer nada. Lo que sí hicimos cada tarde puntualmente fue ver la puesta de sol,  de las más bonitas que hemos visto en Asia hasta el momento.

A un par de horas de Sihanoukville en furgoneta, se encuentran la pintoresca Kampot y la playera Kep, muy cerca entre ellas una de la otra.

Kampot es una tranquila capital de provincia ribereña. Nos alojamos un par de noches en uno de los muchos hostels que se encuentran a lo largo del agradable paseo del río. En las horas de menos calor, el paseo se llena de niños, parejas locales, grupos de amigos, turistas… creando un ambiente muy especial. El centro de la ciudad lo marca un viejo puente semiderruido (por las bombas de los khmer rouge), ya en desuso pero que se ha convertido de alguna manera en símbolo de la ciudad. De arquitectura colonial, tiene un antiguo mercado francés y las calles, no del todo rehabilitadas, le dan a Kampot un toque decadente y singular.

En los alrededores de Kampot hay mucho que visitar. Seguramente de lo que más orgullosos se sienten los locales es de su pimienta. La pimienta de Kampot está reconocida internacionalmente y resulta parada casi obligatoria visitar una de las plantaciones. Nos mostraron, de forma gratuita, las plantas de la pimienta con su fruto, el proceso de cultivo, recogida y procesado. La verdad es que nunca nos habíamos parado a pensar de dónde sale esta especia.

Quizás lo que más nos llamó la atención en la zona de Kampot fue la gran cueva que acoge un minúsculo templo hinduísta de la época pre-angkoriana (siglo VII), el templo de Phnom Chhnork. De aquí seguimos nuestra ruta atravesando los poblados del interior, varias salinas (también es una zona importante de producción de sal), plantaciones de durio y el «Secret Lake» que fue construido durante la época de los khmer rouge para irrigar todos los campos de arroz de alrededor.

Un buen momento para llegar a Kep es al medodía. Es un pequeño pueblo costero que se ha ganado la fama por su mercado de cangrejos. Literalmente los cangrejos se sacan del mar y se venden al momento. Los compradores se agrupan alrededor de grandes cestas repletas de estos crustáceos recién capturados y se van llevando bolsas llenas de agitados animales. Entre este ir y venir de cangrejos también se venden otros mariscos, pescado fresco, comida preparada, frutas, objetos de regalo… El mercado de Kep ha sido uno de los que más hemos disfrutado durante el viaje.

No pudimos marcharnos de Kep sin probar el plato estrella de la zona en uno de los múltiples restaurantes en la línea del mar: el cangrejo a la pimienta. Recién sacado del mar, frito con la rica pimienta local, fue todo un manjar para nosotros y además baratísimo. Con el estómago lleno nos fuimos a pasear a la playa de Kep. Es una playa poco espectacular, amplia pero con arena oscura y agua no cristalina. Lo que realmente nos gustó fue ver el ambiente de camboyanos domingueros. Los domingos la playa se abarrota de familias y grupos, que en lugar de ponerse en la tórrida arena se sientan bajo unos porches preparados y en las aceras. Allí comen marisco y helados que compran a los vendedores ambulantes que pasan continuamente. En el agua niños, adolescentes y mayores se bañan y juegan, por supuesto todos con ropa.

Y con este post nos despedimos de Camboya, por ahora. En los próximos días entraremos por carretera vía Phnom Penh a Vietnam.

Phnom Penh y el genocidio de los Khmer Rouge

Phnom Penh nos ha resultado una ciudad muy interesante sobre todo porque nos ha puesto cara a cara con el brutal y reciente pasado del país.

La ciudad en sí creemos que no es de las más atractivas de Asia. Muy calurosa, con un tráfico tremendo, pocas aceras y menos paseos o espacios de ocio, la hacen algo complicada para visitar de día.  De noche en cambio, no nos sentimos especialmente seguros ni cómodos con el ambiente de turismo sexual y prostitución que tristemente nos encontrábamos allá donde íbamos.

De todos modos, tiene sus zonas turísticas y puntos que merecen ser visitados. El complejo del Palacio Real con la Pagoda de Plata y el Templo del Buda Esmeralda nos pareció muy bonito y agradable con sus jardines. También visitamos el Museo Nacional de Camboya que básicamente es una gran colección de estatuas de dioses de la época dorada de Angkor. Otra zona tranquila y entretenida es el paseo a lo largo del «Sisowath Quay». Se trata de un bulevar que se extiende 3km a lo largo del río que atraviesa la ciudad por un extremo. Hoteles, bares, restaurantes y tiendas lo flanquean y  en él se juntan vendedores, locales, turistas, bailarines, deportistas, creando un ambiente especial.

Pero lo que realmente nos ha marcado de esta ciudad ha sido la visita al Museo del Genocidio Tuol Sleng o como mejor se conoció en su época, la Prisión S-21.

En este punto es necesario recordar lo que pasó en Camboya hace menos de 40 años. Si remontamos a la Guerra de Vietnam, Camboya al igual que Laos, fueron territorios neutrales que los Estados Unidos bombardearon.  El gobierno de Richard Nixon, cuya única meta era no perder la guerra, inició bombardeos sobre Camboya argumentando que acogía guerrilleros norvietamitas y cuarteles del enemigo. Estados Unidos mató a cientos de  miles de campesinos camboyanos entre los años 1970 y 1975 y eso generó mucho rencor entre la población que se colocó en contra de su dirigente militar Lon Nol y su gobierno pro-occidental. Estalló la Guerra Civil de Camboya entre el partido comunista de los Khmer Rouge (en su origen rama del Partido Comunista de Vietnam) y el dictador y simpatizante de los Estados Unidos Lon Nol.

Cuando Estados Unidos perdió la guerra, Lon Nol fue derrocado y los Khmer Rouge tomaron el poder fundando la Kampuchea Democrática al mando de su líder Pol Pot. Su ideología combinaba elementos del maoísmo con un nacionalismo extremo que idealizaba el Imperio de Angkor y una xenofobia tal que se llevaron a cabo campañas de limpieza étnica contra los descendientes de chinos, vietnamitas o los musulmanes.

Se instauró un sistema de economía radicalmente agraria que forzó la evacuación de las ciudades y la reconstrucción social desde los orígenes de la civilización, además de un férreo control militar sobre la población civil, sometida a trabajos forzados y a  extensos métodos de detención, tortura y asesinatos selectivos en masa, bajo la consigna de la llamada «búsqueda del enemigo interno».

 

El día 17 de abril de 1975 los Khmer Rouge tomaron las calles de Phnom Penh y forzaron la evacuación de la ciudad. Fueron inicialmente bien recibidos, los ciudadanos se sintieron libres por unas horas. Les decían que sólo los moverían dos o tres kilómetros, por su seguridad ante los bombardeos americanos, y que volverían a sus casas en dos o tres días. Pero eso no es lo que sucedió en realidad. Los pocos que se negaron a abandonar sus casas fueron asesinados y el resto de la población fue evacuada de Phnom Penh y más tarde del resto de ciudades del país hacia el campo. Miles de niños, ancianos y enfermos murieron durante las largas marchas forzadas hacia el campo, las familias fueron deliberadamente separadas.

Los Khmer Rouge anhelaban una sociedad sin clases y para eso despoblaron las ciudades y forzaron a la población urbana (la «New People») a vivir en comunas agrícolas y trabajar el campo. Exigían una producción de arroz tres veces superior a lo habitual a una gente que ni siquiera sabía cómo trabajar la tierra. Un arroz que se vendía a China en lugar de alimentar a la población. Las hambrunas llegaron pronto y fueron devastadoras. Cualquier intento de recoger un fruto para no morir de hambre era considerado de «interés privado» y castigado con la muerte. Los campesinos morían exhaustos, enfermos, de hambre o ejecutados.

Además, los Khmer Rouge llevaron a cabo una política radical de aislamiento total del país  del resto del mundo. Para ello, destruyeron las escuelas, los hospitales (no creían en la medicina occidental), las fábricas, los bancos, los medios de transporte, la propiedad privada, las religiones…prácticamente todo. Los camboyanos tenían que convertirse en «Old People» a través de la agricultura. La pesca también fue prohibida privando a la gente de la que había sido una de sus fuentes principales de alimento y proteína. El dinero fue abolido, los libros quemados, profesores, comerciantes y prácticamente la totalidad de intelectuales del país fueron asesinados en nombre del comunismo agrario. Cualquiera que se sospechara que pudiera ser enemigo del régimen o espía o intelectual (por el simple hecho de llevar gafas o hablar otro idioma) fue ejecutado. Una cuarta parte de los camboyanos murieron a manos de los Khmer Rouge.

El Museo de Tuol Sleng, en Phnom Penh, era una escuela que se convirtió en Prisión de Seguridad-21 (también conocida como S-21) desde que los Khmer Rouge tomaron el poder en 1975 hasta su caída en 1979. Fue uno de los 150 centros de ejecución en el que se torturaron y mataron a camboyanos inocentes durante 3 años, 8 meses y 20 días. Entraron entre 17.000 y 20.000 camboyanos considerados «peligrosos», entre ellos trabajadores para el régimen anterior, académicos, médicos, profesores, estudiantes, trabajadores de fábrica, monjes, ingenieros… más tarde incluso entraron componentes del régimen en los que Pol Pot, en su paranoia, dejó de confiar. Todos ellos fueron torturados y asesinados, apenas siete consiguieron sobrevivir.

Todo el que entraba a la prisión era primero fotografiado. Después iniciaban todo tipo de torturas que se mantenían durante dos o tres meses, a veces mucho más. Los Khmer Rouge les obligaban a confesar cualquier crimen inventado en contra del régimen, y así, todos de una manera u otra morían. Hoy se mantienen casi intactos los edificios con vallas electrificadas, las minúsculas celdas, las salas de tortura y las fotografías. Los rostros de las víctimas permanecen para no caer en el olvido.

Durante nuestro viaje en Camboya, en todos los lugares en los que hemos parado nos han mostrado lo que durante aquellos años terribles fueron campos de la muerte (killing fields), centros de tortura, prisiones, fosas comunes, escuelas o templos reconvertidos para el régimen… Pero sobre todo, hemos conocido gente y hemos oído historias. Los camboyanos de hoy tienen todos familiares o amigos que fueron asesinados, y aunque vivan el presente con optimismo, siempre con una sonrisa y sus puertas abiertas, no olvidan. Quieren que lo que ocurrió en su país se conozca en el exterior y que todos los responsables sean juzgados.

Foto «Celdas del S-21» por jean-christophe windland – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=12519936.
Foto «Víctimas del S-21 (1)» por Dudva – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=24697730
Foto «Víctimas del S-21 (2)» por Albeiror24 assumed (based on copyright claims). Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=983525
Foto «Reglas en la S-21» por Devilslord assumed (based on copyright claims). Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1757985

¿Qué hacer en Battambang?

Esta ciudad de nombre gracioso se encuentra al noroeste de Camboya y definitivamente merece ser visitada en el viaje al país khmer. En las siguientes líneas os contamos qué hacer en Battambang.

Nuestra idea era llegar a Battambang en barco desde Siem Reap ya que las dos ciudades están conectadas a través del lago Sap y el río Sangkae que bordea la primera, pero la época ahora es tan seca que el río se hace difícilmente navegable en muchos tramos. Así que llegamos en furgoneta aunque también es posible en avión; junto con Phnom Penh y Sihanoukville acoge uno de los tres aeropuertos del país.

Mapa de Camboya
Mapa de Camboya

Battambang siempre ha sido una ciudad influyente dada su localización estratégica entre Tailandia y la capital del país, Phnom Penh. Productora principal de arroz de Camboya, es considerada la segunda ciudad en importancia económica y comercial del país. Fue fundada por el imperio khmer en el siglo XI (con decenas de templos angkorianos desperdigados en la provincia), importantísima ciudad comercial durante el siglo XVIII y colonizada por los franceses en el año 1907. Estos últimos llevaron a cabo un plan urbanístico que modernizó toda la zona. Definieron las calles, construyeron puentes, edificios públicos, villas, escuelas y el tren que la unía con la capital. Es una ciudad pequeña y agradable para pasear a lo largo del río y por las calles principales donde se encuentran la mayoría de edificios de arquitectura colonial francesa.

Existe una historia no oficial y no escrita que sin embargo todos los habitantes la conocen y la cuentan, cada uno a su manera, orgullosos: la leyenda de Mr. Battambang. Según la versión que nos llegó a nosotros, hace muchos años existió un granjero que pasaba los días llevando a pastar a las vacas. Un día encontró entre las hierbas un palo negro de madera. Decidió enrolarse en el ejército para ayudar a su rey y lo pusieron de cocinero. Como no tenía cuchara usó su palo para remover la gran cacerola de arroz. Por arte de magia todo el arroz se puso negro y el chico asustado tuvo que comérselo. Seguidamente, cuando estaba lleno, él mismo se tiñó de negro y adquirió una fuerza sobrehumana. Creó su propia armada y poderoso, se convirtió en rey. Siete años más tarde, el príncipe que legítimamente era heredero del trono, salió a combatir en su caballo blanco contra Preah Bat Dambang Kranhoung (el rey del palo de Kranhoung). Este, para defenderse, le lanzó su palo mágico que esta vez se perdió en el bosque. Así el príncipe recuperó el trono. Bat dambang quiere decir «palo perdido» y es donde se cree que el palo pudo caer y donde se originó la ciudad que hoy lleva su nombre. Actualmente, la estatua en honor a Mr. Battambang se encuentra siempre rodeada por gente que le lleva ofrendas para terminar con la mala suerte o ya en agradecimiento. Es costumbre liberar un pájaro mientras se le pide el deseo a Mr. Battambang.

Mr. Battambang
Mr. Battambang

Volviendo a la historia, esta vez desgraciadamente real, los Khmer Rouge (profundizaremos en otro post) también arrasaron esta zona. Durante los años oscuros del régimen comunista (desde abril del año 1975 a enero del año 1979), al igual que todas las ciudades del país, Battambang también cayó. La población fue obligada a trabajar en el campo en condiciones infrahumanas y cualquiera con estudios, conocimientos, inquietudes, o por el motivo que fuera «improductivo» fue asesinado. Visitamos horrorizados las cuevas donde se amontonaban los cuerpos de hombres y mujeres, se desconoce cuántos, se desconoce quiénes, que los soldados lanzaban desde lo alto hasta morir.  Después de la caída del régimen con la invasión vietnamita, los jemeres rojos huyeron a los bosques y continuaron su lucha como guerrilla al oeste del país; Battambang estuvo por años bajo su influencia.

Hoy en día, en el centro de la ciudad, se yergue una estatua en homenaje al compromiso, los esfuerzos y la esperanza del pueblo camboyano para huir de su pasado violento y establecer una sociedad pacífica. Entre los años 2005 y 2007 se recogieron todas las armas de la zona y se quemaron en ceremonias públicas. Con algunas de ellas se creó este monumento por la paz.

El atractivo turístico principal de Battambang probablemente sea el «bamboo train». El servicio ferroviario del país fue destruido por los Khmer Rouge pero hoy en día se siguen utilizando las vías para recorrer pequeñas distancias sobre planchas de bambú. Fue muy divertido montarnos en una de ellas y cruzar algunos poblados según dicen hasta 50 km/h. Cuando dos «trenes» se cruzan, hay que parar, desmontar uno de ellos para dejar paso y volver a montarlo después para seguir con el camino.

Otro atractivo de la provincia es recorrer los alrededores y explorar los templos y poblados. Pasamos por puentes colgantes, vimos árboles atestados de murciélagos de la fruta durmiendo, visitamos casas tradicionales y conocimos cómo se ganan la vida los campesinos de la zona. Como siempre con una sonrisa nos enseñaron el funcionamiento de una granja de setas, la recogida del algodón o nos invitaron a comer pinchitos de ratón. Lo que habéis leído, probamos ratones de campo a la barbacoa y la verdad es que estaban bastante ricos.

Para terminar el día, qué mejor que ver la puesta de sol sobre las montañas. Esta vez nos acercamos a la «Bat Cave», una cueva desde donde cada día puntualmente con la puesta del sol, millones de murciélagos salen a toda velocidad formando bandadas ondulantes en el cielo. Son tantos que el proceso de salida puede durar hasta una hora. Fue un espectáculo impresionante que no esperábamos.

 

Angkor y el desaparecido imperio khmer

Camboya es un país con una historia impresionante que por algún motivo es bastante desconocida para la mayor parte del mundo. Hoy en día es fácil viajar a Camboya y  uno de los destinos asegurados es el descomunal complejo de templos de Angkor al costado de la ciudad actual de Siem Reap. Pero, ¿quién construyó estos templos? ¿cuándo? ¿qué fue de sus creadores?

Se considera que la cultura khmer surgió con la fundación del imperio del mismo nombre. El creador del Imperio Khmer fue el rey Jayavarman II que sometió a las tribus circundantes para declararse, con el poder conferido por Shiva, rey-dios (devaraja) del nuevo imperio en el año 802 dC. Para reforzar la imagen de su ascendencia divina, el rey-dios tomó Angkor como la capital del reino y empezó a construir grandes obras religiosas, iniciando una tradición que continuaron sus sucesores durante siglos hasta crear el gran complejo monumental que hoy podemos visitar.

Angkor es el testimonio del inmenso poder y riqueza que acumuló el Imperio Khmer que se extendió durante 7 siglos no sólo en lo que es la actual Camboya si no también en los países vecinos de Laos, Vietnam, Talandia, parte de Birmania y Malasia.

El hinduismo fue la religión dominante hasta el siglo XII, fecha en la que ya habían sido erigidos la mayoría de los templos. Estos se construían siguiendo el concepto simbólico del monte Meru, hogar de los dioses y centro del universo hindú. Los templos representan el ascenso a la montaña sagrada con escaleras muy pronunciadas, mientras que las puntas  y sus característicos remates evocan la cima de la montaña. Los patios son los continentes y los fosos los océanos. Con la llegada del budismo en el siglo XII, los templos se hicieron más horizontales, y las imágenes de Buda reemplazaron a la de los dioses anteriores.

Volviendo a los reyes-dioses del inicio, a Jayavarman II le sucedió su hijo (III) devoto asimismo del dios hindú Vishnú. Posteriormente Indravarman I construyó el primer gran templo de la zona, a finales del siglo IX, en honor al mismo Jayavarman II, el templo de Preah Ko, para el culto de los antepasados de Java y de los espíritus custodios del reino.

Indravarman I también hizo erigir uno de los complejos más grandes y representativos, el de Bakong, que establecería las características arquitectónicas principales de Angkor que permanecerían sin grandes cambios hasta la llegada de la religión budista. Dedicado a Shiva y representación del monte Meru, sirvió como templo central de la ciudad. Indravarman I además impulsó el ascenso del imperio gracias a los sistemas hidraúlicos y de canalización de agua que se diseñaron durante su reinado.

Con la muerte del anterior y tras sangrienta lucha, Yasovarman I se alzó en el trono. En el centro de su nueva ciudad erigió el templo real de Phnom Bakheng, además de otros templos-montañas como los de Phnom Krom y Phnom Bok.

Durante los siguientes 300 años diferentes reyes lucharon por el trono y erigieron sus propios templos-montaña a cada cual más magnífico. A nosotros nos gustó por ejemplo el de Eastern Mebon, erigido por Rajendravarman II, con sus bien conservados elefantes en las esquinas.

Pero fue en el siglo XII, bajo el reinado de Suryavarman II, que se construyó el templo más importante de Angkor, Angkor Wat, el cual se ha convertido en símbolo de la cultura camboyana. Se cree que fue el templo de Suryavarman II pero también su mausoleo ya que se encuentra, a diferencia de los demás, orientado hacia el oeste, la dirección de la muerte según el hinduísmo. También es conocido por albergar más de 3000 apsaras o ninfas celestiales, cada una de ellas única. En las galerías de alrededor del templo central se suceden a lo largo de 800 metros unos elaborados bajo relieves que describen diferentes acontecimientos de la época y del hinduísmo.

Suryavarman II también construyó el enorme templo de Beng Mealea que hoy en día es uno de los más salvajes, con pasadizos y montañas de piedras que se pueden escalar.

El periodo de máximo esplendor de Angkor llegó después con el rey Jayavarman VII. Fue un líder militar que amplió las fronteras del imperio y unificó el reino tras años de guerra y disputas.  Construyó una nueva capital, Angkor Thom («gran ciudad») y erigió, ya bajo la religión budista, varios templos en su interior: en el centro Bayón el templo del estado, Ta Prohm en honor a su madre, Preah Khan a su padre, Banteai Kdei, Neak Pean o Ta Som. Lo primero que llama la atención a la entrada de Angkor Thom son las inmensas puertas de 20 metros de altura coronadas por las caras de Bodhisattva Avalokiteshvara mirando fijamente sobre el reino. Las pasarelas de entrada se encuentran flanqueadas por 54 demonios y 54 dioses en lucha.

Ya en el interior de la ciudad antigua, el templo de Bayón es sin duda uno de nuestros preferidos. Desde cualquier ángulo de visión aparecen las enormes caras de Avalokiteshvara, más de 216 rostros de sonrisa fría y enigmática que permanecen inertes durante los siglos. Ta Prohm, el templo a su madre, es muy especial también. Las piedras caídas y pasadizos colapsados han dejado paso a las raíces de los árboles y la naturaleza se fusiona con las ruinas del antiguo gran imperio. Preah Khan se encuentra en mejor estado y es un claro ejemplo de la mezcla de religiones, con la entrada este dedicada al budismo y las otras tres a Shiva, Vishnu y Brahma. El rey Jayavarman VII además hizo carreteras, hospedajes, escuelas y hospitales. Fue un rey respetado y parece ser no tan tirano como los anteriores.

Jayavarman VII fue el último gran rey de Angkor, ya que los que llegaron después no fueron capaces de seguir sus pasos y trajeron con ellos un periodo de decadencia y recesión. Las causas de la disolución del imperio en el siglo XV no están del todo claras. Los historiadores proponen diferentes teorías: las conversiones religiosas entre el budismo y el hinduísmo de los últimos reyes pudieron afectar al sistema social y político de la época, las incesantes luchas de poder internas entre los príncipes khmer, revueltas de los pobres, invasiones siamesas, plagas y teorías medioambientales.

Por un motivo o por otro, la esplendorosa ciudad de Angkor fue abandonada y  tomada por la naturaleza. Puede ser que pequeños asentamientos la poblaran durante algún tiempo pero no fue hasta finales del siglo XIX que fue redescubierta y arqueólogos de diferentes países comenzaron a reconstruirla. Excepción es el gran templo de Angkor Wat que siempre ha sido mantenido por monjes budistas.

La visita a Angkor es por todo esto apasionante. Se puede comprar entrada para 1 día, 3 días o 7 días (20, 40 y 60 USD) y las distancias entre templos pueden recorrerse a pie, en bici, en moto, tuk-tuk o coche. Nosotros nos llevamos una buena idea con la entrada de 3 días, incluidas salida y puesta de sol, y recorrimos Angkor en tuc tuc guiados por el sonriente Dy. Antes de llegar nos llamaba la opción de la bicicleta pero, una vez vistas las largas distancias entre templos, todo lo que ya se camina visitándolos por dentro y el calor que hace en Camboya en abril, creemos que el tuk-tuk es una opción cómoda, rápida y fresca para explorar los templos de Angkor.