Hong Kong es sinónimo de gran ciudad, pero a su vez, si se profundiza un poco, es fácil descubrir que dentro de la urbe y en los alrededores, están vivas y latentes las tradiciones y costumbres milenarias chinas. Mediante este post os explicamos dónde encontrar la China tradicional en Hong Kong.
En el post anterior sobre Hong Kong ya hemos comentado que la relación que tienen los locales con el resto de chinos continentales es algo especial y tensa. Fácilmente se percibe que las normas de educación, estilo, rutinas de los hogkoneses se han distanciado con los años de las del resto de chinos. De todos modos, en lo que respecta a las tradiciones, los hongkoneses las mantienen celosamente y las cuidan a pesar de la modernización de la ciudad.
Sin salir de la metrópolis, en la Hollywood Road, se encuentra el templo de Man Mo, dedicado al dios de la literatura «Man» y al de la guerra «Mo». Fue construido durante la dinastía Qing en 1847 por poderosos mercaderes y, a parte de lugar de culto, entonces servía como lugar de juicios para aclarar las disputas locales entre los chinos y los colonialistas.
A la entrada de este templo taoísta cuatro placas doradas reciben a los visitantes. Dos de ellas nombran a los dioses venerados dentro, otra pide silencio y respeto en el lugar sagrado y la última, bastante curiosa, alerta a las mujeres menstruantes de que no pueden pasar. Una vez dentro del templo, el incienso es el protagonista que impregna el ambiente y cuelga del techo en espirales que simulan lámparas.
En la visita a Hong Kong, merece la pena definitivamente la escapada a la adyacente isla de Lantau para visitar el buda sentado más grande del mundo: el Tian Tan Buda. Es fácil como siempre llegar en metro hasta Tung Chung y después se puede coger un atobús (el 23) o el Ngong Ping 360 que es un teleférico que en días despejados ofrece vistas impresionantes del lugar. Ya desde lejos, se puede ver imponente y majestuoso el Gran Buda, representación del Buda Lord Gautama. Tras subir 268 escaleras resulta sorprendente observar de cerca esta gran estatua de bronce de 23 metros de altura (34 metros con el loto y el podio).
Merece la pena acercarse al enorme complejo budista del Monasterio de Po Lin ya que aunque sea moderno, sus templos, estatuas y sobre todo el Hall de los 10.000 Budas son impresionantes. En el recinto hay un pequeño restaurante que ofrece buena comida vegetariana muy bien de precio.
Otro lugar que nos gustó muchísimo y que no hubiéramos conocido si no fuese por el consejo de nuestra amiga hongkonesa Nicka fue el pueblito pesquero de Tai O. Al adentrarte en esta aldea puedes retroceder cientos de años y revivir la China tradicional en Hong Kong. Sus ancianos residentes viven en palafitos o viviendas apoyadas en pilares de madera sobre el agua. A pesar de los visitantes, ellos continúan con su rutina sonrientes. Pescan, limpian, secan y venden el pescado, pasean en bicicleta tranquilamente o charlan con sus vecinos. Lo pasamos realmente bien deambulando por sus calles y mercados.