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Sur de Vietnam: Ho Chi Minh y delta del Mekong

Hemos comenzado nuestro viaje por Vietnam desde el sur, con la primera parada en la antigua Saigón o Ciudad de Ho Chi Minh.

Mapa de Vietnam

Vietnam es un país con forma de S que limita con China, Laos y Camboya; con una extensa costa al este bañada por el Mar de la China Meridional. Entre los dos extremos, de norte a sur, hay una distancia de 1650 km que puede recorrerse fácilmente en autobús, en tren o en avión ya que las conexiones de las tres maneras son bastante buenas.

Nosotros llegamos desde Camboya pasando la frontera por tierra en autobús. Menos de 300 km separan las ciudades de Phnom Penh y Ho Chi Minh por lo que creemos que es una buena manera de entrar al país. Eso sí, el visado a Vietnam es un poco más complicado respecto a otros del sudeste asiático, en el sentido de que hay que solicitarlo con anterioridad (excepto si se entra en avión para menos de 15 días que se hace al momento).

Ho Chi Minh es una ciudad enorme, la más grande de Vietnam, a la que sólo dedicamos tres días por lo que apenas conocimos una pequeña parte. Está dividida en 24 distritos, 19 de ellos urbanos y los 5 restantes rurales. El Distrito 1 es considerado el centro de la ciudad y es allí donde se encuentran la mayoría de alojamientos. Los hostels y hoteles a buen precio se concentran en el área de Pham Ngu Lao que es donde estuvimos nosotros. Es una zona repleta de turistas por lo que no faltan los insistentes vendedores ambulantes, los puestos de masajes, las moto-taxi, las agencias de viajes y sobre todo los restaurantes. Nuestros primeros platos de deliciosa comida vietnamita los disfrutamos aquí.

Lo poco que vimos del resto de la ciudad se puede resumir en motos, motos y más motos. Claramente más rica que las grandes ciudades de Camboya, las aceras están enteras, la tecnología más avanzada, pudimos pasear por cuidados parques y como turistas nos sentimos más presionados por la gran oferta de tours organizados que se ofrecen. Curiosamente, los vietnamitas hablan peor inglés que los camboyanos y el carácter, generalizando, también es muy diferente al de sus vecinos.

Nuestras visitas principales en la ciudad se centraron en torno a recuerdos de la Guerra de Vietnam. El conocimiento que teníamos sobre este conflicto bélico era bastante escaso. Sabíamos que tras la guerra que perdieron los franceses que pretendían «recuperar» Vietnam después de la Segunda Guerra Mundial (Guerra de Indochina), Estados Unidos quiso impedir la reunificación del país bajo un gobierno comunista. Así, Estados Unidos se enfrentó junto con vietnamitas del sur contra Vietnam del Norte (presidida por Ho Chi Minh) y la guerrilla del Viet Cong. La guerra se extendió durante dos décadas y las consecuencias fueron terribles. Se lanzaron millones de toneladas de bombas y sustancias químicas (sobre todo por parte de los Estados Unidos) y murieron millones de personas. Finalmente, en 1975 Saigón cayó, los estadounidenses se retiraron y Vietnam se reunificó bajo un gobierno comunista.

Teníamos ganas de conocer un poco más sobre el conflicto por lo que visitamos el «Museo de los Vestigios de la Guerra de Vietnam«. La verdad es que fue una experiencia bastante desagradable. Nos esperábamos una muestra didáctica pero nos encontramos con textos exageradamente cargados de odio hacia los Estados Unidos. Con una gran colección de fotografías, la gran mayoría mostraban heridos, cadáveres y tremendas malformaciones provocadas por el agente naranja, además de una colección de fetos reales flotando en cloroformo.

Nos gustó más la visita a los Túneles de Cu Chi en el distrito rural del mismo nombre. Se trata de un sistema de túneles interconectados que utilizaron las guerrillas del Viet Cong durante la Guerra de Vietnam. Forman parte de una red de túneles mayor que subyace bajo gran parte del país y fue base de operaciones para los guerrilleros del norte y en parte responsable del éxito militar contra los americanos. Son túneles realmente estrechos por los que los vietnamitas se escabullían fácilmente pero en los que la mayoría de estadounidenses se quedarían atascados. Los utilizaban para esconderse de noche durante el combate, como vía de comunicación, como almacenes de alimentos y de armas, como hospitales y también como vivienda en época de fuertes bombardeos.

Hoy en día es un destino turístico popular y se pueden recorrer algunos de ellos, esconderse bajo las tapas camufladas, ver el tipo de trampas que construía la guerrilla ocultas en el bosque e incluso, para quien le interese, disparar un rifle en el campo de tiro.

Otra excursión que se puede hacer desde Ho Chi Minh es al delta del Mekong. El río Mekong nace en el Tíbet y discurre por un total de 6 países del sudeste asiático para desembocar, tras 4.350km, en el Mar de China Meridional. En Vietnam se ramifica y forma un enorme delta que es lugar idóneo para la agricultura. En el delta se cultiva la mitad del total de la producción de arroz de Vietnam, que es el segundo mayor exportador de arroz a nivel mundial después de Tailandia. En el delta produce más arroz que en Corea y Japón juntos.

La vida en el delta gira alrededor del río y es a través de él y de menores canales que se comunican sus pueblos. Aparte de los arrozales, son famosos los mercados flotantes y navegar a lo largo del río para conocer el día a día de campesinos y pescadores.

Nosotros contratamos con el hostel el desplazamiento y la visita al delta y fue algo de lo que nos arrepentimos más tarde. En grupo detrás de un guía en todo momento, pasamos más tiempo en tiendas y fábricas de miel o caramelos, viendo un espectáculo para turistas o comiendo en un complejo de lo más artificial, que en el propio río. La próxima vez intentaremos hacerlo por libre o al menos de otra manera.

Mapa Vietnam: Domini públic, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=70458
Mapa río Mekong: By Shannon1, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=37694170

Descanso en la costa sur de Camboya

No todo son templos en Camboya. Hemos conocido la costa del sur del país y ha sido toda una sorpresa para nosotros. Las playas tranquilas, las puestas de sol espectaculares, el ambiente local y la comida, entre muchas otras cosas, fueron motivo suficiente para alargar nuestra estancia en el mar más de lo previsto inicialmente.

Camboya tiene una costa de 450 km aproximadamente conformando la Bahía de Kompung Sao, distribuida en cuatro provincias: la de Koh Kong, la de Sihanoukville, la de Kampot y la de Kep; y además, 60 islas. Nosotros visitamos las tres últimas provincias.

Nuestro campamento base fue Sihanoukville o también conocida como Kompong Som. La ciudad no tiene muchos atractivos y son sus cinco playas las que acaparan toda la atención: la «Victory Beach», la «Independence Beach» o «7-chann Beach», la privada «Sokha Beach», la «Ochheuteal Beach» y una parte de ella que se conoce como «Serendipity Beach» y la «Otres Beach». La zona de la Serendipity es probablemente la más popular y la que más vida nocturna ofrece. Nosotros sin embargo, nos decantamos por la Otres Beach. La más alejada, con sus 4 km de largo, seguramente no tiene el toque paradisíaco de algunas playas de Tailandia con arena blanca y aguas turquesa, pero ofrece una tranquilidad y un ambiente que la hacen única. Está compuesta por dos zonas con alojamientos y restaurantes en primera línea, separadas por una playa pública siempre desierta.

Gracias a una súper oferta en internet nos alojamos en un resort de un nivel bastante superior al que estamos acostumbrados (Mary Beach) y pasamos los días disfrutando del paisaje, del mar, de la comida y de los ratos de no hacer nada. Lo que sí hicimos cada tarde puntualmente fue ver la puesta de sol,  de las más bonitas que hemos visto en Asia hasta el momento.

A un par de horas de Sihanoukville en furgoneta, se encuentran la pintoresca Kampot y la playera Kep, muy cerca entre ellas una de la otra.

Kampot es una tranquila capital de provincia ribereña. Nos alojamos un par de noches en uno de los muchos hostels que se encuentran a lo largo del agradable paseo del río. En las horas de menos calor, el paseo se llena de niños, parejas locales, grupos de amigos, turistas… creando un ambiente muy especial. El centro de la ciudad lo marca un viejo puente semiderruido (por las bombas de los khmer rouge), ya en desuso pero que se ha convertido de alguna manera en símbolo de la ciudad. De arquitectura colonial, tiene un antiguo mercado francés y las calles, no del todo rehabilitadas, le dan a Kampot un toque decadente y singular.

En los alrededores de Kampot hay mucho que visitar. Seguramente de lo que más orgullosos se sienten los locales es de su pimienta. La pimienta de Kampot está reconocida internacionalmente y resulta parada casi obligatoria visitar una de las plantaciones. Nos mostraron, de forma gratuita, las plantas de la pimienta con su fruto, el proceso de cultivo, recogida y procesado. La verdad es que nunca nos habíamos parado a pensar de dónde sale esta especia.

Quizás lo que más nos llamó la atención en la zona de Kampot fue la gran cueva que acoge un minúsculo templo hinduísta de la época pre-angkoriana (siglo VII), el templo de Phnom Chhnork. De aquí seguimos nuestra ruta atravesando los poblados del interior, varias salinas (también es una zona importante de producción de sal), plantaciones de durio y el «Secret Lake» que fue construido durante la época de los khmer rouge para irrigar todos los campos de arroz de alrededor.

Un buen momento para llegar a Kep es al medodía. Es un pequeño pueblo costero que se ha ganado la fama por su mercado de cangrejos. Literalmente los cangrejos se sacan del mar y se venden al momento. Los compradores se agrupan alrededor de grandes cestas repletas de estos crustáceos recién capturados y se van llevando bolsas llenas de agitados animales. Entre este ir y venir de cangrejos también se venden otros mariscos, pescado fresco, comida preparada, frutas, objetos de regalo… El mercado de Kep ha sido uno de los que más hemos disfrutado durante el viaje.

No pudimos marcharnos de Kep sin probar el plato estrella de la zona en uno de los múltiples restaurantes en la línea del mar: el cangrejo a la pimienta. Recién sacado del mar, frito con la rica pimienta local, fue todo un manjar para nosotros y además baratísimo. Con el estómago lleno nos fuimos a pasear a la playa de Kep. Es una playa poco espectacular, amplia pero con arena oscura y agua no cristalina. Lo que realmente nos gustó fue ver el ambiente de camboyanos domingueros. Los domingos la playa se abarrota de familias y grupos, que en lugar de ponerse en la tórrida arena se sientan bajo unos porches preparados y en las aceras. Allí comen marisco y helados que compran a los vendedores ambulantes que pasan continuamente. En el agua niños, adolescentes y mayores se bañan y juegan, por supuesto todos con ropa.

Y con este post nos despedimos de Camboya, por ahora. En los próximos días entraremos por carretera vía Phnom Penh a Vietnam.

Phnom Penh y el genocidio de los Khmer Rouge

Phnom Penh nos ha resultado una ciudad muy interesante sobre todo porque nos ha puesto cara a cara con el brutal y reciente pasado del país.

La ciudad en sí creemos que no es de las más atractivas de Asia. Muy calurosa, con un tráfico tremendo, pocas aceras y menos paseos o espacios de ocio, la hacen algo complicada para visitar de día.  De noche en cambio, no nos sentimos especialmente seguros ni cómodos con el ambiente de turismo sexual y prostitución que tristemente nos encontrábamos allá donde íbamos.

De todos modos, tiene sus zonas turísticas y puntos que merecen ser visitados. El complejo del Palacio Real con la Pagoda de Plata y el Templo del Buda Esmeralda nos pareció muy bonito y agradable con sus jardines. También visitamos el Museo Nacional de Camboya que básicamente es una gran colección de estatuas de dioses de la época dorada de Angkor. Otra zona tranquila y entretenida es el paseo a lo largo del «Sisowath Quay». Se trata de un bulevar que se extiende 3km a lo largo del río que atraviesa la ciudad por un extremo. Hoteles, bares, restaurantes y tiendas lo flanquean y  en él se juntan vendedores, locales, turistas, bailarines, deportistas, creando un ambiente especial.

Pero lo que realmente nos ha marcado de esta ciudad ha sido la visita al Museo del Genocidio Tuol Sleng o como mejor se conoció en su época, la Prisión S-21.

En este punto es necesario recordar lo que pasó en Camboya hace menos de 40 años. Si remontamos a la Guerra de Vietnam, Camboya al igual que Laos, fueron territorios neutrales que los Estados Unidos bombardearon.  El gobierno de Richard Nixon, cuya única meta era no perder la guerra, inició bombardeos sobre Camboya argumentando que acogía guerrilleros norvietamitas y cuarteles del enemigo. Estados Unidos mató a cientos de  miles de campesinos camboyanos entre los años 1970 y 1975 y eso generó mucho rencor entre la población que se colocó en contra de su dirigente militar Lon Nol y su gobierno pro-occidental. Estalló la Guerra Civil de Camboya entre el partido comunista de los Khmer Rouge (en su origen rama del Partido Comunista de Vietnam) y el dictador y simpatizante de los Estados Unidos Lon Nol.

Cuando Estados Unidos perdió la guerra, Lon Nol fue derrocado y los Khmer Rouge tomaron el poder fundando la Kampuchea Democrática al mando de su líder Pol Pot. Su ideología combinaba elementos del maoísmo con un nacionalismo extremo que idealizaba el Imperio de Angkor y una xenofobia tal que se llevaron a cabo campañas de limpieza étnica contra los descendientes de chinos, vietnamitas o los musulmanes.

Se instauró un sistema de economía radicalmente agraria que forzó la evacuación de las ciudades y la reconstrucción social desde los orígenes de la civilización, además de un férreo control militar sobre la población civil, sometida a trabajos forzados y a  extensos métodos de detención, tortura y asesinatos selectivos en masa, bajo la consigna de la llamada «búsqueda del enemigo interno».

 

El día 17 de abril de 1975 los Khmer Rouge tomaron las calles de Phnom Penh y forzaron la evacuación de la ciudad. Fueron inicialmente bien recibidos, los ciudadanos se sintieron libres por unas horas. Les decían que sólo los moverían dos o tres kilómetros, por su seguridad ante los bombardeos americanos, y que volverían a sus casas en dos o tres días. Pero eso no es lo que sucedió en realidad. Los pocos que se negaron a abandonar sus casas fueron asesinados y el resto de la población fue evacuada de Phnom Penh y más tarde del resto de ciudades del país hacia el campo. Miles de niños, ancianos y enfermos murieron durante las largas marchas forzadas hacia el campo, las familias fueron deliberadamente separadas.

Los Khmer Rouge anhelaban una sociedad sin clases y para eso despoblaron las ciudades y forzaron a la población urbana (la «New People») a vivir en comunas agrícolas y trabajar el campo. Exigían una producción de arroz tres veces superior a lo habitual a una gente que ni siquiera sabía cómo trabajar la tierra. Un arroz que se vendía a China en lugar de alimentar a la población. Las hambrunas llegaron pronto y fueron devastadoras. Cualquier intento de recoger un fruto para no morir de hambre era considerado de «interés privado» y castigado con la muerte. Los campesinos morían exhaustos, enfermos, de hambre o ejecutados.

Además, los Khmer Rouge llevaron a cabo una política radical de aislamiento total del país  del resto del mundo. Para ello, destruyeron las escuelas, los hospitales (no creían en la medicina occidental), las fábricas, los bancos, los medios de transporte, la propiedad privada, las religiones…prácticamente todo. Los camboyanos tenían que convertirse en «Old People» a través de la agricultura. La pesca también fue prohibida privando a la gente de la que había sido una de sus fuentes principales de alimento y proteína. El dinero fue abolido, los libros quemados, profesores, comerciantes y prácticamente la totalidad de intelectuales del país fueron asesinados en nombre del comunismo agrario. Cualquiera que se sospechara que pudiera ser enemigo del régimen o espía o intelectual (por el simple hecho de llevar gafas o hablar otro idioma) fue ejecutado. Una cuarta parte de los camboyanos murieron a manos de los Khmer Rouge.

El Museo de Tuol Sleng, en Phnom Penh, era una escuela que se convirtió en Prisión de Seguridad-21 (también conocida como S-21) desde que los Khmer Rouge tomaron el poder en 1975 hasta su caída en 1979. Fue uno de los 150 centros de ejecución en el que se torturaron y mataron a camboyanos inocentes durante 3 años, 8 meses y 20 días. Entraron entre 17.000 y 20.000 camboyanos considerados «peligrosos», entre ellos trabajadores para el régimen anterior, académicos, médicos, profesores, estudiantes, trabajadores de fábrica, monjes, ingenieros… más tarde incluso entraron componentes del régimen en los que Pol Pot, en su paranoia, dejó de confiar. Todos ellos fueron torturados y asesinados, apenas siete consiguieron sobrevivir.

Todo el que entraba a la prisión era primero fotografiado. Después iniciaban todo tipo de torturas que se mantenían durante dos o tres meses, a veces mucho más. Los Khmer Rouge les obligaban a confesar cualquier crimen inventado en contra del régimen, y así, todos de una manera u otra morían. Hoy se mantienen casi intactos los edificios con vallas electrificadas, las minúsculas celdas, las salas de tortura y las fotografías. Los rostros de las víctimas permanecen para no caer en el olvido.

Durante nuestro viaje en Camboya, en todos los lugares en los que hemos parado nos han mostrado lo que durante aquellos años terribles fueron campos de la muerte (killing fields), centros de tortura, prisiones, fosas comunes, escuelas o templos reconvertidos para el régimen… Pero sobre todo, hemos conocido gente y hemos oído historias. Los camboyanos de hoy tienen todos familiares o amigos que fueron asesinados, y aunque vivan el presente con optimismo, siempre con una sonrisa y sus puertas abiertas, no olvidan. Quieren que lo que ocurrió en su país se conozca en el exterior y que todos los responsables sean juzgados.

Foto «Celdas del S-21» por jean-christophe windland – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=12519936.
Foto «Víctimas del S-21 (1)» por Dudva – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=24697730
Foto «Víctimas del S-21 (2)» por Albeiror24 assumed (based on copyright claims). Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=983525
Foto «Reglas en la S-21» por Devilslord assumed (based on copyright claims). Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1757985

¿Qué hacer en Battambang?

Esta ciudad de nombre gracioso se encuentra al noroeste de Camboya y definitivamente merece ser visitada en el viaje al país khmer. En las siguientes líneas os contamos qué hacer en Battambang.

Nuestra idea era llegar a Battambang en barco desde Siem Reap ya que las dos ciudades están conectadas a través del lago Sap y el río Sangkae que bordea la primera, pero la época ahora es tan seca que el río se hace difícilmente navegable en muchos tramos. Así que llegamos en furgoneta aunque también es posible en avión; junto con Phnom Penh y Sihanoukville acoge uno de los tres aeropuertos del país.

Mapa de Camboya
Mapa de Camboya

Battambang siempre ha sido una ciudad influyente dada su localización estratégica entre Tailandia y la capital del país, Phnom Penh. Productora principal de arroz de Camboya, es considerada la segunda ciudad en importancia económica y comercial del país. Fue fundada por el imperio khmer en el siglo XI (con decenas de templos angkorianos desperdigados en la provincia), importantísima ciudad comercial durante el siglo XVIII y colonizada por los franceses en el año 1907. Estos últimos llevaron a cabo un plan urbanístico que modernizó toda la zona. Definieron las calles, construyeron puentes, edificios públicos, villas, escuelas y el tren que la unía con la capital. Es una ciudad pequeña y agradable para pasear a lo largo del río y por las calles principales donde se encuentran la mayoría de edificios de arquitectura colonial francesa.

Existe una historia no oficial y no escrita que sin embargo todos los habitantes la conocen y la cuentan, cada uno a su manera, orgullosos: la leyenda de Mr. Battambang. Según la versión que nos llegó a nosotros, hace muchos años existió un granjero que pasaba los días llevando a pastar a las vacas. Un día encontró entre las hierbas un palo negro de madera. Decidió enrolarse en el ejército para ayudar a su rey y lo pusieron de cocinero. Como no tenía cuchara usó su palo para remover la gran cacerola de arroz. Por arte de magia todo el arroz se puso negro y el chico asustado tuvo que comérselo. Seguidamente, cuando estaba lleno, él mismo se tiñó de negro y adquirió una fuerza sobrehumana. Creó su propia armada y poderoso, se convirtió en rey. Siete años más tarde, el príncipe que legítimamente era heredero del trono, salió a combatir en su caballo blanco contra Preah Bat Dambang Kranhoung (el rey del palo de Kranhoung). Este, para defenderse, le lanzó su palo mágico que esta vez se perdió en el bosque. Así el príncipe recuperó el trono. Bat dambang quiere decir «palo perdido» y es donde se cree que el palo pudo caer y donde se originó la ciudad que hoy lleva su nombre. Actualmente, la estatua en honor a Mr. Battambang se encuentra siempre rodeada por gente que le lleva ofrendas para terminar con la mala suerte o ya en agradecimiento. Es costumbre liberar un pájaro mientras se le pide el deseo a Mr. Battambang.

Mr. Battambang
Mr. Battambang

Volviendo a la historia, esta vez desgraciadamente real, los Khmer Rouge (profundizaremos en otro post) también arrasaron esta zona. Durante los años oscuros del régimen comunista (desde abril del año 1975 a enero del año 1979), al igual que todas las ciudades del país, Battambang también cayó. La población fue obligada a trabajar en el campo en condiciones infrahumanas y cualquiera con estudios, conocimientos, inquietudes, o por el motivo que fuera «improductivo» fue asesinado. Visitamos horrorizados las cuevas donde se amontonaban los cuerpos de hombres y mujeres, se desconoce cuántos, se desconoce quiénes, que los soldados lanzaban desde lo alto hasta morir.  Después de la caída del régimen con la invasión vietnamita, los jemeres rojos huyeron a los bosques y continuaron su lucha como guerrilla al oeste del país; Battambang estuvo por años bajo su influencia.

Hoy en día, en el centro de la ciudad, se yergue una estatua en homenaje al compromiso, los esfuerzos y la esperanza del pueblo camboyano para huir de su pasado violento y establecer una sociedad pacífica. Entre los años 2005 y 2007 se recogieron todas las armas de la zona y se quemaron en ceremonias públicas. Con algunas de ellas se creó este monumento por la paz.

El atractivo turístico principal de Battambang probablemente sea el «bamboo train». El servicio ferroviario del país fue destruido por los Khmer Rouge pero hoy en día se siguen utilizando las vías para recorrer pequeñas distancias sobre planchas de bambú. Fue muy divertido montarnos en una de ellas y cruzar algunos poblados según dicen hasta 50 km/h. Cuando dos «trenes» se cruzan, hay que parar, desmontar uno de ellos para dejar paso y volver a montarlo después para seguir con el camino.

Otro atractivo de la provincia es recorrer los alrededores y explorar los templos y poblados. Pasamos por puentes colgantes, vimos árboles atestados de murciélagos de la fruta durmiendo, visitamos casas tradicionales y conocimos cómo se ganan la vida los campesinos de la zona. Como siempre con una sonrisa nos enseñaron el funcionamiento de una granja de setas, la recogida del algodón o nos invitaron a comer pinchitos de ratón. Lo que habéis leído, probamos ratones de campo a la barbacoa y la verdad es que estaban bastante ricos.

Para terminar el día, qué mejor que ver la puesta de sol sobre las montañas. Esta vez nos acercamos a la «Bat Cave», una cueva desde donde cada día puntualmente con la puesta del sol, millones de murciélagos salen a toda velocidad formando bandadas ondulantes en el cielo. Son tantos que el proceso de salida puede durar hasta una hora. Fue un espectáculo impresionante que no esperábamos.