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Visita a los templos de My Son

Muy cerca de Hoi An visitamos los templos de My Son y descubrimos un nuevo pueblo del sudeste asiático: los cham.

Protegido en un valle entre montañas, en la Vietnam Central, se encuentra el complejo de templos de My Son. Durante cientos de años, entre los siglos IV y XIV, sucesivos reyes cham erigieron aquí sus templos hinduístas. Hoy en día un pueblo casi olvidado, fue grande y poderoso durante siglos y llegaron a tener durante muchos años el control del comercio de especias y seda entre China, India y las islas de Indonesia.

El imperio Champa, a pesar de que nunca tuvo un gran número de habitantes, se extendió en la Vietnam central y parte del sur y en sus años grandes llegó hasta Laos y parte de Camboya. Se cree que los primeros cham fueron piratas malayo-polinesios que llegaron a través de Borneo y establecieron, con importantes influencias de mercaderes hindúes, su estado en Vietnam y tomaron como religión el hinduísmo, con especial devoción a Shiva.  Siglos más tarde (siglo XI), tras el contacto con poderosos mercaderes musulmanes, muchos grupos cham se convirtieron al islam. Cabe destacar que los cham eran matrilineales, con lo que la sucesión de linaje se transmitía a través de las mujeres de la familia. Son una de las pocas minorías étnicas en Indochina que desarrollaron su propio sistema de escritura, basado en el sánscrito.

El valle de My Son fue el lugar que escogieron los diferentes reyes de las dinastías Champa como centro espiritual. Allí realizaban sus ceremonias religiosas y eran enterrados. Se llegaron a erigir más de 70 templos de característico ladrillo rojo.

Según las inscripciones, el primer rey cham y fundador de My Son fue Bhadravarman, que reinó desde el año 380 al 413. Estableció una linga que llamó Bhadresvara, un nombre que combinaba el suyo propio con el del dios de los dioses hindúes Shiva. Los subsecuentes reyes, durante los siguientes siglos, renovaron los templos antiguos y añadieron nuevos.

En constantes luchas con China, resto de Vietnam y Camboya (los cham llegaron a tomar Angkor), los cham cayeron en la guerra Cham-vietnamita en el año 1471. Vietnam ocupó sus tierras, muchos de ellos fueron masacrados y otros huyeron a Malasia o Camboya. Los últimos vestigios del reino fueron anexionados y absorbidos por Vietnam en el año 1832.

Los templos de My Son también sufrieron constantes agresiones por parte de los enemigos, probablemente las peores sucedieron durante la Guerra de Vietnam. Los estadounidenses bombardearon los templos y minaron toda la zona. Gracias a los trabajos de restauración llevados a cabo por Francia y otros países, hoy en día, entre los agujeros de las bombas, se mantienen la mayoría de templos, algunos de ellos no obstante prácticamente derruidos.

Actualmente, los cham son las población musulmana principal de Camboya y Vietnam. Los cham musulmanes son conocidos como Bani. En Camboya, durante las limpiezas étnicas de Pol Pot muchos de ellos fueron asesinados. En Vietnam, la mayoría son hinduístas, conocidos como Balamon y son un pueblo oprimido que no llega a los 100.000 habitantes. Gran parte de ellos fueron reubicados desde el norte y agrupados en Song Luy, muy cerca de Mui Ne. Son reconocidos por sus trabajos textiles tejidos a mano que se exportan a los países vecinos y son vendidos por los locales en mercados para turistas. Han sido marginados económicamente por parte del gobierno y perseguidos, tanto hinduístas como musulmanes, por su religión. Muchos de sus templos han sido destruidos u ocupados y en los últimos años, en incidentes en diferentes pueblos, varios cham han sido asesinados.

Gracias a la visita a My Son hemos conocido un poco la historia de los cham, un pueblo que junto con su lengua está en peligro de desaparecer.

Rumbo a Vietnam central, destino Hoi An

Seguimos nuestra ruta por Vietnam de sur a norte, desde Ho Chi Minh rumbo a Hoi An, pero no pudimos resistirnos a parar en las playas del sur.

Como dijimos en el post anterior, moverse por Vietnam es fácil, pero si se hace por carretera, las distancias pueden  resultar largas y pesadas. Por este motivo, decidimos hacer una parada que al final se prolongó una semana en las playas del sur. A 5-6 horas de Ho Chi Minh en «sleeping bus» (aún viajando de día) nos quedamos unos días en Mui Ne.

Sleeping bus vietnamita
Sleeping bus vietnamita

Mui Ne es un pueblo costero turístico, no tan explotado como la cercana Nha Trang, que poco más tiene que ofrecer que playa. Resorts de diferentes categorías bordean la playa, especialmente atractiva por su viento y sus olas.  Destino popular entre los kitesurfers, rápidamente nos gustó el ambiente y sobre todo la tranquilidad que ofrecen las playas tropicales en temporada baja. Nos resultó muy curioso ver cómo el turismo  en esta zona está exclusivamente dirigido a los rusos. Los letreros muchas veces sólo estaban escritos en ruso y nos encontramos incluso con vietnamitas que no pudieron ayudarnos por no saber comunicarse en inglés pero sí en cambio en ruso.

Otra vez saciados de playa, nos trasladamos a la cercana Binh Thuan para coger allí un tren nocturno destino a Da Nang, ya en la Vietnam central. Fueron más de 15 horas de viaje en litera compartiendo la cabina con una familia vietnamita que creemos que no callaron para dormir en todo el trayecto. Fue duro pero a la vez divertido.

Tren en Vietnam
Tren en Vietnam

De Da Nang, bastante cansados, cogimos un taxi rumbo a Hoi An. Nada más llegar a la encantadora guesthouse Han Huyen y dar el primer paseo por las calles de la pintoresca Hoi An se nos pasó todo el cansancio de golpe.

Hoi an es una pequeña ciudad que fue antaño capital comercial del desaparecido imperio Cham y tuvo uno de los puertos más importantes de todo el sudeste asiático entre los siglos XVI y XVIII. Durante esos años, sobre todo chinos y japoneses se asentaron en la también llamada Faifo y la tomaron como base para hacer prosperar sus negocios con el resto de países asiáticos y Europa. Es por este motivo que, bajo influencia de diversas culturas y tradiciones, posee una arquitectura única que se ha mantenido sorprendentemente intacta hasta nuestros días.

Bastante respetado durante la guerra, más tarde considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el Casco Antiguo de Hoi An es un lugar de los que no se olvidan. Hoy en día, atrae a cientos de turistas cada día y los locales han modificado sus costumbres para ganarse la vida gracias al turismo, pero a pesar de todo, cuando paseas por sus calles, entre casas antiguas y farolillos, puedes fácilmente trasladarte a otros tiempos e imaginarte cómo vivían entonces.

Pagando una entrada de 5 euros se puede acceder a 5 de los numerosos lugares que pueden visitarse en el Casco Antiguo, entre ellos varios museos, templos y casas antiguas. De libre acceso es el Puente Japonés que se ha convertido en símbolo de la ciudad.

De todos modos, la esencia de Hoi An se capta simplemente paseando por sus calles, sus sastrerías, sus mercados y sobre todo al anochecer, cuando farolillos de todos los colores iluminan de una forma mágica el camino.

Algo que hemos disfrutado en Hoi An y que no podemos dejar de mencionar es la comida. Montones de restaurantes ofrecen por poquísimo dinero platos suculentos, de sabores contrastados pero suaves, acompañados siempre por Bia Hoi que es la cerveza fresca local, ligera y con un precio que no supera los 20 céntimos el vaso. Los platos más populares y que no nos cansamos de repetir fueron los siguientes: Pho Bo que es una sopa de fideos con ternera condimentada con anís, clavo, canela, jengibre, caldo de pescado… una combinación exquisita que se convirtió en nuestro desayuno diario; los Crispy Wonton que son unos dumplings fritos cubiertos por una salsa de verduritas y gambas agridulces; los White Rose Dumplings que son unas finas empanadillas de papel de arroz rellenas de carne o gambas y cubiertas por ajos crujientes y una salsa dulce o el Cao Lau, una sopa de fideos local con cerdo, verduras y una combinación de especias que la hacen deliciosa.

 

Sur de Vietnam: Ho Chi Minh y delta del Mekong

Hemos comenzado nuestro viaje por Vietnam desde el sur, con la primera parada en la antigua Saigón o Ciudad de Ho Chi Minh.

Mapa de Vietnam

Vietnam es un país con forma de S que limita con China, Laos y Camboya; con una extensa costa al este bañada por el Mar de la China Meridional. Entre los dos extremos, de norte a sur, hay una distancia de 1650 km que puede recorrerse fácilmente en autobús, en tren o en avión ya que las conexiones de las tres maneras son bastante buenas.

Nosotros llegamos desde Camboya pasando la frontera por tierra en autobús. Menos de 300 km separan las ciudades de Phnom Penh y Ho Chi Minh por lo que creemos que es una buena manera de entrar al país. Eso sí, el visado a Vietnam es un poco más complicado respecto a otros del sudeste asiático, en el sentido de que hay que solicitarlo con anterioridad (excepto si se entra en avión para menos de 15 días que se hace al momento).

Ho Chi Minh es una ciudad enorme, la más grande de Vietnam, a la que sólo dedicamos tres días por lo que apenas conocimos una pequeña parte. Está dividida en 24 distritos, 19 de ellos urbanos y los 5 restantes rurales. El Distrito 1 es considerado el centro de la ciudad y es allí donde se encuentran la mayoría de alojamientos. Los hostels y hoteles a buen precio se concentran en el área de Pham Ngu Lao que es donde estuvimos nosotros. Es una zona repleta de turistas por lo que no faltan los insistentes vendedores ambulantes, los puestos de masajes, las moto-taxi, las agencias de viajes y sobre todo los restaurantes. Nuestros primeros platos de deliciosa comida vietnamita los disfrutamos aquí.

Lo poco que vimos del resto de la ciudad se puede resumir en motos, motos y más motos. Claramente más rica que las grandes ciudades de Camboya, las aceras están enteras, la tecnología más avanzada, pudimos pasear por cuidados parques y como turistas nos sentimos más presionados por la gran oferta de tours organizados que se ofrecen. Curiosamente, los vietnamitas hablan peor inglés que los camboyanos y el carácter, generalizando, también es muy diferente al de sus vecinos.

Nuestras visitas principales en la ciudad se centraron en torno a recuerdos de la Guerra de Vietnam. El conocimiento que teníamos sobre este conflicto bélico era bastante escaso. Sabíamos que tras la guerra que perdieron los franceses que pretendían «recuperar» Vietnam después de la Segunda Guerra Mundial (Guerra de Indochina), Estados Unidos quiso impedir la reunificación del país bajo un gobierno comunista. Así, Estados Unidos se enfrentó junto con vietnamitas del sur contra Vietnam del Norte (presidida por Ho Chi Minh) y la guerrilla del Viet Cong. La guerra se extendió durante dos décadas y las consecuencias fueron terribles. Se lanzaron millones de toneladas de bombas y sustancias químicas (sobre todo por parte de los Estados Unidos) y murieron millones de personas. Finalmente, en 1975 Saigón cayó, los estadounidenses se retiraron y Vietnam se reunificó bajo un gobierno comunista.

Teníamos ganas de conocer un poco más sobre el conflicto por lo que visitamos el «Museo de los Vestigios de la Guerra de Vietnam«. La verdad es que fue una experiencia bastante desagradable. Nos esperábamos una muestra didáctica pero nos encontramos con textos exageradamente cargados de odio hacia los Estados Unidos. Con una gran colección de fotografías, la gran mayoría mostraban heridos, cadáveres y tremendas malformaciones provocadas por el agente naranja, además de una colección de fetos reales flotando en cloroformo.

Nos gustó más la visita a los Túneles de Cu Chi en el distrito rural del mismo nombre. Se trata de un sistema de túneles interconectados que utilizaron las guerrillas del Viet Cong durante la Guerra de Vietnam. Forman parte de una red de túneles mayor que subyace bajo gran parte del país y fue base de operaciones para los guerrilleros del norte y en parte responsable del éxito militar contra los americanos. Son túneles realmente estrechos por los que los vietnamitas se escabullían fácilmente pero en los que la mayoría de estadounidenses se quedarían atascados. Los utilizaban para esconderse de noche durante el combate, como vía de comunicación, como almacenes de alimentos y de armas, como hospitales y también como vivienda en época de fuertes bombardeos.

Hoy en día es un destino turístico popular y se pueden recorrer algunos de ellos, esconderse bajo las tapas camufladas, ver el tipo de trampas que construía la guerrilla ocultas en el bosque e incluso, para quien le interese, disparar un rifle en el campo de tiro.

Otra excursión que se puede hacer desde Ho Chi Minh es al delta del Mekong. El río Mekong nace en el Tíbet y discurre por un total de 6 países del sudeste asiático para desembocar, tras 4.350km, en el Mar de China Meridional. En Vietnam se ramifica y forma un enorme delta que es lugar idóneo para la agricultura. En el delta se cultiva la mitad del total de la producción de arroz de Vietnam, que es el segundo mayor exportador de arroz a nivel mundial después de Tailandia. En el delta produce más arroz que en Corea y Japón juntos.

La vida en el delta gira alrededor del río y es a través de él y de menores canales que se comunican sus pueblos. Aparte de los arrozales, son famosos los mercados flotantes y navegar a lo largo del río para conocer el día a día de campesinos y pescadores.

Nosotros contratamos con el hostel el desplazamiento y la visita al delta y fue algo de lo que nos arrepentimos más tarde. En grupo detrás de un guía en todo momento, pasamos más tiempo en tiendas y fábricas de miel o caramelos, viendo un espectáculo para turistas o comiendo en un complejo de lo más artificial, que en el propio río. La próxima vez intentaremos hacerlo por libre o al menos de otra manera.

Mapa Vietnam: Domini públic, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=70458
Mapa río Mekong: By Shannon1, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=37694170

Descanso en la costa sur de Camboya

No todo son templos en Camboya. Hemos conocido la costa del sur del país y ha sido toda una sorpresa para nosotros. Las playas tranquilas, las puestas de sol espectaculares, el ambiente local y la comida, entre muchas otras cosas, fueron motivo suficiente para alargar nuestra estancia en el mar más de lo previsto inicialmente.

Camboya tiene una costa de 450 km aproximadamente conformando la Bahía de Kompung Sao, distribuida en cuatro provincias: la de Koh Kong, la de Sihanoukville, la de Kampot y la de Kep; y además, 60 islas. Nosotros visitamos las tres últimas provincias.

Nuestro campamento base fue Sihanoukville o también conocida como Kompong Som. La ciudad no tiene muchos atractivos y son sus cinco playas las que acaparan toda la atención: la «Victory Beach», la «Independence Beach» o «7-chann Beach», la privada «Sokha Beach», la «Ochheuteal Beach» y una parte de ella que se conoce como «Serendipity Beach» y la «Otres Beach». La zona de la Serendipity es probablemente la más popular y la que más vida nocturna ofrece. Nosotros sin embargo, nos decantamos por la Otres Beach. La más alejada, con sus 4 km de largo, seguramente no tiene el toque paradisíaco de algunas playas de Tailandia con arena blanca y aguas turquesa, pero ofrece una tranquilidad y un ambiente que la hacen única. Está compuesta por dos zonas con alojamientos y restaurantes en primera línea, separadas por una playa pública siempre desierta.

Gracias a una súper oferta en internet nos alojamos en un resort de un nivel bastante superior al que estamos acostumbrados (Mary Beach) y pasamos los días disfrutando del paisaje, del mar, de la comida y de los ratos de no hacer nada. Lo que sí hicimos cada tarde puntualmente fue ver la puesta de sol,  de las más bonitas que hemos visto en Asia hasta el momento.

A un par de horas de Sihanoukville en furgoneta, se encuentran la pintoresca Kampot y la playera Kep, muy cerca entre ellas una de la otra.

Kampot es una tranquila capital de provincia ribereña. Nos alojamos un par de noches en uno de los muchos hostels que se encuentran a lo largo del agradable paseo del río. En las horas de menos calor, el paseo se llena de niños, parejas locales, grupos de amigos, turistas… creando un ambiente muy especial. El centro de la ciudad lo marca un viejo puente semiderruido (por las bombas de los khmer rouge), ya en desuso pero que se ha convertido de alguna manera en símbolo de la ciudad. De arquitectura colonial, tiene un antiguo mercado francés y las calles, no del todo rehabilitadas, le dan a Kampot un toque decadente y singular.

En los alrededores de Kampot hay mucho que visitar. Seguramente de lo que más orgullosos se sienten los locales es de su pimienta. La pimienta de Kampot está reconocida internacionalmente y resulta parada casi obligatoria visitar una de las plantaciones. Nos mostraron, de forma gratuita, las plantas de la pimienta con su fruto, el proceso de cultivo, recogida y procesado. La verdad es que nunca nos habíamos parado a pensar de dónde sale esta especia.

Quizás lo que más nos llamó la atención en la zona de Kampot fue la gran cueva que acoge un minúsculo templo hinduísta de la época pre-angkoriana (siglo VII), el templo de Phnom Chhnork. De aquí seguimos nuestra ruta atravesando los poblados del interior, varias salinas (también es una zona importante de producción de sal), plantaciones de durio y el «Secret Lake» que fue construido durante la época de los khmer rouge para irrigar todos los campos de arroz de alrededor.

Un buen momento para llegar a Kep es al medodía. Es un pequeño pueblo costero que se ha ganado la fama por su mercado de cangrejos. Literalmente los cangrejos se sacan del mar y se venden al momento. Los compradores se agrupan alrededor de grandes cestas repletas de estos crustáceos recién capturados y se van llevando bolsas llenas de agitados animales. Entre este ir y venir de cangrejos también se venden otros mariscos, pescado fresco, comida preparada, frutas, objetos de regalo… El mercado de Kep ha sido uno de los que más hemos disfrutado durante el viaje.

No pudimos marcharnos de Kep sin probar el plato estrella de la zona en uno de los múltiples restaurantes en la línea del mar: el cangrejo a la pimienta. Recién sacado del mar, frito con la rica pimienta local, fue todo un manjar para nosotros y además baratísimo. Con el estómago lleno nos fuimos a pasear a la playa de Kep. Es una playa poco espectacular, amplia pero con arena oscura y agua no cristalina. Lo que realmente nos gustó fue ver el ambiente de camboyanos domingueros. Los domingos la playa se abarrota de familias y grupos, que en lugar de ponerse en la tórrida arena se sientan bajo unos porches preparados y en las aceras. Allí comen marisco y helados que compran a los vendedores ambulantes que pasan continuamente. En el agua niños, adolescentes y mayores se bañan y juegan, por supuesto todos con ropa.

Y con este post nos despedimos de Camboya, por ahora. En los próximos días entraremos por carretera vía Phnom Penh a Vietnam.