Como ya os contamos en nuestro post sobre Petra, una de los hechos que más nos sorprendieron y que más recordamos, fue el conocer a los Bedul, habitantes de Petra, beduinos de la antigua ciudad rosa.
Hoy en día, sólo quedan unos 1000 Bedul y lógicamente, se ganan la vida con el turismo. Son gente simpática y abierta como el resto de jordanos pero los indígenas de Petra tienen un carácter realmente particular. De espíritu abierto y alma libre, no se rigen por las leyes del islam y tienen una fuerte conexión con su tierra y sus iguales. Conversando con ellos, todos coincidían en que nunca se alejarían de sus orígenes, de su piedra, sus burros, sus familias y sus cuevas. Porque sí, a pesar de los intentos del gobierno de moverlos, viven en cuevas, pudimos comprobarlo con nuestros propios ojos. Cultivan sus propios alimentos, crían sus animales y pequeñas placas solares son suficientes para proporcionarles la energía que necesitan.
Haciendo un poco de historia, cuando Petra fue redescubierta por el mundo occidental en 1812 de la mano de J. Burckhardt, él y los siguientes se encontraron con los Bedul, los habitantes tradicionales del lugar. Fue después de la primera Guerra Mundial, que el entonces presidente transjordano Emir Abdullah se reunió con los líderes del pueblo Bedul. Les propuso el pago de una tasa a cambio de la territorialidad de Petra y alrededores, algo que ellos no podían permitirse, por lo que tuvieron que conformarse con el fideicomiso del gobierno a cambio del derecho de ocupación y uso de las tierras.
Mientras el interés internacional y turístico en Petra crecía exponencialmente durante el siglo XX, los Bedul continuaron con sus actividades tradicionales de pastoreo de cabras y labranza manual de trigo y cebada. Siguieron viviendo en tiendas hechas de lana de cabra, estructuras construídas en la roca o dentro de tumbas nabateas vacías. El impacto que esto último suponía sobre la preservación de los restos no era nada comparado con la masiva llegada de turistas a la ciudad arqueológica.
Otra cuestión que condiciona la existencia de los Bedul es su conflicto con los Lyathnah, una tribu vecina asentada en el pueblo de Wadi Musa, adyacente a la ciudad antigua de Petra, donde se encuentran todos los hoteles y facilidades para turistas. El boom turístico de las últimas décadas ha transformado el pequeño pueblo de Wadi Musa en un lugar de acogimiento para turistas repleto de hoteles, restaurantes, agencias de viajes y tiendas de souvenirs. Son los Lyathnah los que se han beneficiado de este boom sin permitir a los Bedul que participen. En la zona arqueológica incluso, los Lyathnah dominan el servicio de alquiler de caballos y las grandes tiendas y restaurantes. Los Bedul tienen que conformarse con la venta de souvenirs y refrescos en pequeños tenderetes ambulantes.
Ya a finales de los años 60, se desarrolló un plan de mejora para el Parque Nacional de Petra, que consistía en «reubicar» a los Bedul lejos de los monumentos nabateos. No fue hasta 1985 que el gobierno construyó un asentamiento para los Bedul en lo que hoy es el pueblo Umm Sayhun. Esto les proporcionó un mejor acceso a la educación y a la asistencia sanitaria pero los alejó de sus tierras de pastoreo y cultivo y del acceso directo al turista. Con el paso de los años, cada vez más familias Bedul se han movido a Umm Sayhun y han adaptado su estilo de vida. Sólo unos pocos indígenas han permanecido inamovibles y han resistido contra el cambio. Todavía pueden encontrarse algunas tiendas y cuevas habitadas escondidas en la ciudad de Petra.
En los años 90, la reina Noor y los miembros de Petra National Trust, alarmados por la construcción incontrolada de hoteles y facilidades en el entorno de Petra, solicitaron ayuda a la UNESCO. El conservacionismo y la promoción de la industria turística se encontraban ya llegando a su límite de convivencia. Tanto el plan que elaboró la UNESCO como Petra National Trust se decantaban claramente por la conservación histórica, conscientes de que el incremento de turismo a Jordania era inevitable, sobre todo después del histórico tratado de paz firmado entra Jordania e Israel en 1994. Su plan pretendía manejar el crecimiento cuidadosamente.
¿Cuál tenía que ser el papel de los Bedul en este conflicto? Históricamente siempre habían luchado por sus tierras, en 1923 se les garantizó el derecho de uso y residencia en ellas y el intento de reubicación no fue bien recibido entre ellos. Sin lugar a dudas, los Bedul siempre se han hecho escuchar y aparecen en los planes y en todas las discusiones sobre la gestión del problema. Pero como es conocido, una cosa son los planes y otra muy diferente lo que sucede en realidad. Desde el gobierno y la Petra National Trust se hizo en 1994 la propuesta de volver a mover a los Bedul de sitio alegando que Umm Sayhun se había convertido en un pueblo turístico de venta de artesanía. Pero, ¿cuántos indígenas quieren mover? ¿a dónde los quieres llevar? La participación en estas reuniones y planes de miembros Bedul es inexistente.
Desde las altas esferas reclaman la conservación del ecosistema natural de Petra, preservando el legado dejado por los nabateos. Pero ¿no son acaso los Bedul que labran sobre las tierras de cultivo antiguas, mantienen y utilizan los caminos que marcaron los nabateos y hacen fluir el agua por los sistemas de canalización del pasado?
Antes de que Petra fuera esculpida en las rocas, los beduinos poblaban esas tierras. Durante los años de esplendor de Petra, los beduinos estaban allí. Cuando con los terremotos la ciudad calló, los beduinos permanecieron allí. Sería algo desastroso, que las ansias de turismo y dinero, hagan desaparecen este pueblo.
Cuando vayáis a Petra, buscadlos, merece la pena conocerlos.