En pocos días nos despediremos de Tailandia por el momento y queremos hacerlo de la mejor de las maneras: pasando unos días más de mar, playa y relax en una isla paradisíaca. Nuestro último destino ha sido una pequeña joya en el mar de Andamán, la magnífica Koh Lipe. Aquí no solo hemos encontrado mar y playas, si no que hemos descubierto un lugar impresionante poblado por una gente única, los urak lawoi.
Aparte de por su belleza hemos elegido esta isla también por su ubicación. Muy cerca de la frontera con Malasia, pasaremos por aquí, en barco, al país vecino. Para llegar a ella, el único punto de partida de ferries y speedboats es Pak Bara.
Koh Lipe, cuyo significado es en la lengua indígena «Isla Plana», es tan pequeña que puede recorrerse a pie en poco más de una hora. Se encuentra al sur de las inhabitadas islas de Ko Adang y Ko Rawi, muy cerca también de la mayor isla que da nombre al parque nacional marino del que forman parte, Tarutao; más cerca de tierras malayas que de la costa tailandesa.
Son tres las playas que bordean las colinas selváticas del interior de la isla: Hat Pattaya, la playa «Sunrise» y la playa «Sunset». Estas playas de arena blanca son la puerta a unas aguas transparentes con arrecife de coral protegido y una rica vida marina. Es más, en esta zona se concentran el 25% de las especies de peces tropicales del mundo.
La de Hat Pattaya es el punto de entrada y salida de la mayoría de longtail boats y en sus aguas descansa una especie de «embarcadero portátil» que recibe todos los ferries y speedboats. A pesar de ello, sus aguas limpias y transparentes permiten contemplar mientras paseas por la orilla multitud de peces, cangrejos y erizos que conforman la vida subacuática. Es una playa larga, de arena fina y blanca, con varios restaurantes que ofrecen pescado fresquísimo a la barbacoa. Tiene alojamientos y también vida nocturna pero del mismo modo que pasa en toda la isla, conserva una atmósfera de tranquilidad impresionante.
La playa «Sunrise» tiene unas aguas algo más animadas a consecuencia del viento y ofrece unas vistas espectaculares a las islas e islotes vecinas. Es larga e ideal para pasear, tranquila pero a la vez llena de vida, en su orilla se localizan algunos alojamientos y varias escuelas de submarinismo.
Por último la «Sunset» es más pequeña y como su nombre indica lugar estratégico para deleitarse con la puesta de sol.
Algo que recomendamos si se visita Koh Lipe es hacer una excursión de día alrededor de la isla visitando las islas vecinas y los mejores puntos de snorkel. Así como en otras zonas de Tailandia siempre está el riesgo de que en este tipo de «tours organizados» te amontonen con decenas de turistas en un barquito minúsculo y te vayan dejando en grupo en las playas más bonitas, en Koh Lipe esto no sucede. Recomendamos el Highlight trip con Dayatravel. Un simpático capitán nos llevó en su longtail boat a los lugares más especiales del Parque Nacional Marino de Tarutao: Hin Sorn, las islas de Koh Dong, Koh Puang, Koh Lor-Kloy, Hin-Ngam y difrentes puntos de snorkel donde pudimos nadas entre peces de colores, calamares, erizos, estrellas de mar, sobre corales blandos de todos los colores. Eso sí, las corrientes en algunas zonas eran importantes y acabamos el día agotados de nadar a contracorriente. El día lo terminamos en la vecina isla de Koh Adang, viendo la puesta de sol desde la playa. Antes de llegar a Koh Lipe hicimos una parada en el mar para, bajo la luna y las estrellas, lanzarnos al agua a nadar en la bioluminiscencia del plancton.
Nos ha resultado muy interesante conocer el origen y la situación actual de la población de la isla. En 1909 el rey tailandés Rama V regaló esta colonia deshabitada a un grupo de gitanos marinos malayos: los urak lawoi o chao le, que quiere decir «gente del mar». La historia de este pueblo se remonta a hace más de 200 años. Descendientes de habitantes de la isla de Langkawi, cuando los malayos la conquistaron fueron obligados a convertirse al islam. Se negaron y fueron forzados así a pasar a ser un pueblo nómada del mar. Seguramente como resultado de generaciones de estilo de vida marino, se dice que muchos chao le pueden aguantar la respiración durante largos periodos de tiempo y que tienen una habilidad inusual para ver bajo el agua. La vida junto al mar también les ha ayudado de otras maneras: se cuenta que, en el tsunami del 2004, no murió ningún chao le ya que sus leyendas les alertaron de la bajada brusca de la marea para escapar a tiempo a zonas de altura. Estos seminómadas de creencia animista, vendieron la mayor parte de la isla a especuladores chinos y tailandeses en los años 70. Esta decisión trajo consecuencias desastrosas y hoy en día a penas quedan unos 500 agrupados en unas chabolas metálicas cerca de la playa «Sunrise».
Es una pena que en muchos lugares únicos como este el turismo se convierta en sinónimo de sobreexplotación de los recursos naturales y se ponga en riesgo el futuro de la comunidad local. El año pasado fue publicado en la prensa un artículo muy interesante sobre este tema: Colonizados por el turismo. Para saber más sobre los urak lawoi: www.projecturaklawoi.org.
Cuando se pisa Koh Lipe es inevitable por sus playas, su naturaleza y sus aguas, acordarse de Ko Phi Phi; las dos islas son especiales y resultan similares en muchos aspectos. Lo único que no queremos es que Koh Lipe siga los pasos de la fiestera Ko Phi Phi que ya se encuentra saturada de hoteles, comercios y ruido.
Por ahora nos despedimos de Tailandia, de la gente a la que se le escapan las sonrisas de la boca. Nos vamos bastante más morenos y con un montón de experiencias y momentos inolvidables en la mochila.
Ka pun ka Tailandia y hasta pronto! ขอบคุณ!