Como muchos de vosotros, hemos nacido entre 1975-1985 y nos fascina la cultura de los 80. Todos recordamos la música, el cine, la moda, las costumbres, los juegos que triunfaron en nuestra infancia. Es de estos últimos, de uno de los videojuegos concretamente, que hablaremos hoy y de la ciudad que los mantiene vivos en sus paredes: París, la ciudad de los Space Invaders.
París es una ciudad que todo el mundo conoce, sus monumentos y atractivos son famosos en el mundo entero. Sin embargo, cuando paseáis por sus calles y veis los típicos «marcianitos» estampados por todas partes, ¿conocéis su historia?
El juego Space Invaders, como la mayoría de los videojuegos más populares, fue creado en Japón en 1978 por la Taito Corporation. Toshihiro Nishikado fue el creador de este juego de disparos matamarcianos en 2 dimensiones, simple pero adictivo. El jugador se mueve de izquierda a derecha y dispara a los calamares, cangrejos y pulpos extraterrestres que se acercan desde la parte superior de la pantalla hacia la tierra. Si consiguen llegar al cañón de disparo, el jugador muere. Y así, indefinidamente.
El juego de arcade triunfo y se expandió rápidamente por todo el mundo. No obstante, fue a finales de los 90 cuando un artista parisino anónimo, bajo el seudónimo de «Invader» comenzó a colonizar su ciudad natal con los famosos marcianitos del juego. Desde entonces, ha difundido su trabajo en las calles de más de 65 ciudades en más de 30 países del mundo.
Aunque Invader mantiene celosamente su identidad en el anonimato, sabemos que estudió artes en París y que creció cautivado por los videojuegos de la época, especialmente por Space Invaders. Los gráficos de 8-bit que se utilizaban entonces resultan fácilmente trasladados a mosaico, ya que cada pequeña baldosa representa un pixel. Su primera «invasión» ocurrió en París en 1998. Él se considera un hacker del espacio público y utilizando las calles como lienzos, disemina su virus de mosaicos en las ciudades para que todos puedan disfrutar de su regalo.
París es la ciudad principal de su obra, con más de 1000 trabajos repartidos por sus calles. Se ha extendido a otras 31 ciudades de Francia y más allá en 30 países del mundo. Ha colonizado New York en cinco ocasiones y Hong Kong en tres. Si no queremos irnos muy lejos encontraremos piezas suyas en Barcelona, Bilbao o en Ciutadella de Menorca.
Los lugares son elegidos cuidadosamente y los azulejos son colocados siguiendo unos patrones precisos. Documenta todas sus invasiones y las hace publicas en la red en mapas de invasión. Desgraciadamente, hay gente que disfruta eliminando arte, y se estima que un 15% de sus piezas han sido destruidas. Aparte de esto, Invader se ha encontrado con otros obstáculos. Ha sido arrestado y encarcelado en numerosas ocasiones. Nada de esto, ha frenado sus pasos y cuando viajéis a París, podréis ver con vuestros propios ojos su obra. Incluso, sobre todo si viajáis con niños, es posible contratar recorridos guiados en busca de Space Invaders. Por cierto, en mi último viaje, me llevé un souvenir muy especial.