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Jeju, la isla volcánica de Corea

Sentíamos que nuestro viaje a Corea no estaría completo sin visitar la isla de Jeju, una de las Siete maravillas naturales del mundo. Ubicada al sur de la península coreana, Jeju es la isla de mayor tamaño del país. De superficie similar a Tenerife, también comparte con la isla canaria el origen volcánico, la riqueza natural y la existencia de un gran cráter en el centro. Nuestro interés por visitar Jeju fue en aumento a medida que recibíamos opiniones sobre la isla totalmente dispares. Mientras las guías y algunas personas nos la recomendaban fervientemente, otras nos transmitieron su rechazo y decepción. De cualquiera de las maneras, Jeju es una isla de contrastes, pequeña pero con mucho que ofrecer.

Jeju es un destino extremadamente popular entre los coreanos, tradicionalmente destino de luna de miel. Dispone de una conexión excelente con el continente, tanto con Corea (vuelos aproximadamente cada 15 minutos!) como con el resto de países asiáticos. La isla ha explotado su potencial al máximo y hoy en día, ofrece atracciones para todos los gustos. Es por ello que se ha convertido en uno de los destinos favoritos para parejas, pero también para familias, amigos o viajeros en solitario.

De origen volcánico, acoge el pico más alto de Corea del sur, el Hallasan, y es una buena opción para los más montañeros. Además, para los amantes del senderismo, todo el perímetro de la isla conforma el «Jeju Olle Trail«, 21 rutas diferentes para completar los 422 km del camino circular completo. La isla ofrece otras muchas atracciones naturales como el Manjanggul, uno de los tubos de lava (cueva volcánica) más largos del mundo; el Cráter de Sangumburi; la formación volcánica de Seongsan Ilchulbong, lugar popular para ver la salida del sol (foto de portada);  diferentes cascadas, formaciones rocosas o varias playas destacables como la de Hyeop-jae, especialmente bonita por el contraste entre la arena blanca, las rocas negras volcánicas y el agua turquesa.

Además, la isla, posee su cultura, lenguaje y tradiciones propias, bien diferenciadas de las de la Corea continental. Por ejemplo, la estructura familiar matriarcal que se ha desarrollado en la isla durante siglos, a pesar de las presiones confucianistas del continente. El ejemplo más claro de esta estructura son las haenyeo o «mujeres del mar», que fueron las mujeres encargadas de sustentar la economía familiar mediante la pesca submarina a pulmón. Otra característica cultural de la isla son los dol hareubangs o «abuelos de piedra», estatuas alargadas esculpidas en basalto que ofrecen protección y fertilidad a los habitantes. También son tradicionales las bangsatap, pequeñas torres redondas compuestas por piedras apiladas que se construían cerca de los pueblos para  atraer la buena suerte.

En contraposición a todos estos atractivos, diferentes factores han hecho que Jeju esté perdiendo su encanto en los últimos años. Apenas a dos horas en avión, los chinos han llegado en masa a la isla a invertir su dinero en grandes complejos hoteleros, casinos, restaurantes y atracciones turísticas. Los habitantes de Jeju no los han recibido con buenos ojos ya que las ganancias no se quedan en la isla.  Contagiados por esta fiebre de construir y hacer dinero, han abierto en Jeju todo tipo de museos y parques temáticos, algunos de lo más bizarros:  el «Jeju Loveland» un parque temático del sexo, el Museo de Osos de Peluche, el Museo de Arte Africano, el  Laberinto de Kimnyoung, Museo de la Mitología, Museo de DaVinci, Museo del Chocolate, Museo del Té Verde, Museo de Hello Kitty, Museo del Vidrio, Museo de K-Pop, Museo de mecheros Zippo y otros muchos más.

Nosotros, con apenas 4 días disponibles en la isla, sacamos el mayor partido y visitamos lugares bonitos e inolvidables.

La isla tiene dos ciudades principales: la Ciudad de Jeju al norte, capital de provincia, la de mayor tamaño pero en realidad con poco que merezca la pena visitar; y la ciudad de Seogwipo al sur. Aunque la isla es pequeña, el transporte público en autobús resulta sorprendentemente lento, por lo que creemos que es totalmente recomendable alquilar un coche para recorrerla. Si como en nuestro caso no es posible, es aconsejable alojarse en una de las dos ciudades y tomarla como punto base para las excursiones. Nosotros decidimos pasar la mayor parte del tiempo en Seogwipo.

Seogwipo es una pequeña ciudad costera sureña que, a diferencia de Jeju City, queda libre de la gran sombra que proyecta el monte Hallasan cada tarde hacia el norte. Es una ciudad soleada y agradable, donde los mandarinos crecen en los alrededores pero también entre las calles. Nos alojamos muy cerca del Mercado Tradicional Olle y probamos deliciosas maneras de cocinar el pez sable en un restaurante muy auténtico. De postre, como no, montones y montones de mandarinas.

La ciudad está flanqueada por dos bonitas cascadas. Al oeste, visitamos de noche la más corta pero también más ancha cascada de Cheonjiyeon. Fue aquí donde vimos los primeros hareubangs o «abuelos de piedra» de la isla. Al este, se precipita imponente la gran cascada de Jeongbang. Con 23 metros de altura es la única cascada de Asia que cae directamente en el océano.

Una de las mejores excursiones fue la que hicimos a la pequeña isla de Udo. En el extremo este de Jeju, se encuentra el pueblo costero de Seongsan, que acoge la espectacular caldera de Ilchulbong. Nosotros no tuvimos tiempo de visitarla, pero nos dirigimos al puerto para coger el ferry a Udo. Udo es una isla minúscula, poco poblada y auténtica, con verdes acantilados y playas de aguas claras. Los parcelas están delimitadas por un vallado tradicional de piedra volcánica denominado batdam. También pueden verse torres bangsatap y túmulos funerarios en los campos. Nosotros alquilamos un tándem y recorrimos en equipo los caminos y prados de la isla.  El fruto típico que se cultiva en las tierras de Udo es el cacahuete y lo probamos en delicioso helado.

Sin duda, lo que hace a Udo excepcional son las «mujeres del mar». Desde el siglo XIX, las mujeres han sido las encargadas de mantener la economía familiar de la isla mediante la pesca submarina en apnea. Vimos desde la costa como las haenyeo se sumergían una y otra vez, y como en pequeños grupos recogían los peces, erizos y mariscos de del día. Sin embargo, las jóvenes de Jeju no han seguido sus pasos y la mayoría son veteranas, algunas ancianas y se teme que en pocos años puedan llegar a desaparecer.

Al oeste de Seogwipo visitamos el templo budista de Yakcheonsa. No por su antigüedad, merece la pena visitarlo por su belleza y grandiosidad. Se cree que posee uno de los Hall Dharma más grandes de Asia, con cuatro plantas, miles de figuras doradas de buda y un enorme Buda Vairochana en el centro. En otro hall anexo pueden verse todavía más budas, más de quinientos, cada uno diferente, a cada cuál más curioso, incluso a veces perturbador.

Muy cerca del templo, en el mar, se encuentran las formaciones de Jusangjeolli. Muy similares a la Calzada de los Gigantes en la costa irlandesa, las olas chocan incesantes contra estas columnas hexagonales de basalto. Estas bonitas creaciones se originaron cuando la lava de una de las muchas explosiones volcánicas de Jeju se puso en contacto con el agua del mar. Pueden admirarse desde plataformas que bordean la línea de la costa.

Jeju fue la última parada de nuestro viaje a Corea y nos dejó absolutamente con muy buenas sensaciones.

La Corea tradicional en Andong y Gyeongju

Proseguimos nuestro viaje por el sudeste de Corea para conocer Andong y Gyeongju, lugares plenos de historia, tradición y folklore. Aquí florecieron y prosperaron el reino Silla (57 a.C.-935), Reino de los Tres Reinos, y la dinastía Joseon (1392-1897). Fueron imperios que gobernaron durante cientos y cientos de años, bajo fuertes influencias del budismo y el confucianismo. Asentaron los cimientos de la Corea de hoy en día y son fundamentales para entender la cultura y sociedad coreana actuales.

Andong es una ciudad pequeña pero de gran interés cultural. Acoge probablemente el «pueblo tradicional» más importante de todo el país y es famosa por sus máscaras. El Pueblo Tradicional de Hahoe se encuentra a las afueras de la ciudad y es básicamente una atracción turística. No obstante, nos pareció hermoso. Sus casas se mantienen perfectamente conservadas y preservan el estilo arquitectónico antiguo de la época Joseon. Además, el entorno es idílico. La aldea se asienta a orillas de un río, entre prados y montañas, organizada según los principios geománticos del pungsu (el feng shui coreano) creando la forma de la flor de loto.

Las danzas de máscaras tienen una larga tradición en Corea y se han utilizado con fines religiosos y también artísticos. En Hahoe pudimos disfrutar del Baile de Máscaras de Hahoe, que es una obra de teatro sobre un antiguo ritual chamánico en el que se honraban los diferentes espíritus del pueblo. Fue una obra cómica que nos mantuvo a todos con la carcajada en la boca de principio a fin. Además, tuvieron el gran detalle de regalarnos una bolsa de arroz de la zona por ser los únicos espectadores extranjeros. Pocos días antes de nuestra llegada, como cada octubre, se había celebrado el Festival de Máscaras de Andong.

 

Durante el ascenso de la época Joseon, Andong se convirtió en uno de los centros de estudios confucianos más importantes del país. El confucianismo se considera un conjunto de doctrinas morales y religiosas que nació y se desarrolló en China pero que tuvo gran influencia también en Vietnam, Japón y Corea. De hecho, la sociedad Joseon fue una de las sociedades confucianas más fervientes que han existido. Según esta filosofía, cada persona nacía con un límite preestablecido al que podía aspirar en la vida, siempre restringido por su genética. La aristocracia supervisaba un sistema de castas que dictaba qué ropas podían vestir, con quién se podían casar o qué puestos podían asumir, entre otras cosas. La academia de Dosan Seowon cerca de Andong, fue una de las más importantes de la época y la única localizada fuera de Seúl. Rodeada por bosques, ríos y prados preciosos, aquí acudían a prepararse para superar los dificilísimos exámenes para ser funcionario de la época. Se construyó en el año 1574 en honor al oriundo de Andong Yi Hwang, mejor conocido como Toegye, uno de los personajes históricos más venerados en Corea. Según dicen muy inteligente, trabajador y justo, asentó las bases del neo-confucianismo, más racional y secular, creía en el avance basado en los éxitos por encima de la herencia.

En Andong comimos una de las mejores «barbacoas coreanas» del viaje, concretamente la variante bulgogui o de ternera. La gastronomía coreana nos encanta y seguramente el primer premio se lo damos a las barbacoas. De diferentes carnes, pescados, mariscos, verduras u otros ingredientes vegetarianos, son deliciosas. El proceso de prepararlas y comerlas además es muy especial. Los restaurantes suelen estar distribuidos en mesas redondas con una salida de humo individual en el centro que se ajusta sobre la parrilla de carbón. Alrededor se colocan pequeños recipientes con banchan o entrantes; por supuesto nunca falta el kimchi. Las porciones de carne normalmente las trocea el propio comensal y condimenta con especias o diferentes salsas (soja o sésamo) antes de ir cocinándolas en el centro de la parrilla. En los laterales se prepara el ajo, queso u otros aderezos. La manera tradicional de comerlo es envolviendo en una hoja de lechuga la carne junto con ajo y ssamjang.

No pudimos dejar Andong sin probar la especialidad local en uno de los múltiples restaurantes del mercado que la preparan: el Andong jjimdak. Se trata de un plato de pollo hervido acompañado por verduras marinadas en ganjang (salsa de soja coreana), caldo y noodles de cristal. Delicioso.

De Andong partimos hacia Gyeongju, muchas veces conocido como el Kyoto de Corea. Es una ciudad tradicional con gran interés histórico ya que fue la capital de la antigua dinastía Silla, que reinó en la Península de Corea durante casi un milenio. El Silla Tardío fue un periodo próspero y poderoso en el que Gyeongju se convirtió en la cuarta ciudad más grande del mundo. Con el paso de los años, la belleza y la importancia de la ciudad fueron decayendo. Arrasada por mongoles y japoneses, sus esculturas, tesoros y reliquias sufrieron numerosos asaltos. Sin embargo, en el siglo XX, se iniciaron estudios y excavaciones arqueológicas que han permitido redescubrir la gran dinastía Silla y han convertido la ciudad en uno de los puntos turísticos más importantes del país.

Lo más característico de Gyeongyu probablemente son sus tumbas. En la cultura coreana tradicionalmente los muertos son enterrados bajo tierra y sobre las sepulturas se crean montículos artificiales. Estos montículos se llaman túmulos y pueden verse salpicando prados y colinas en las zonas rurales del país. En Gyeongju, durante los triunfantes años del periodo Silla, cientos y cientos de personas, también reyes, fueron enterrados de este manera. Nosotros comenzamos visitando los enormes túmulos de Noseo-ri y Nodong-ni. En pleno centro de la ciudad, se encuentran en un espacio abierto y no vigilado; no obstante, las señalizaciones que los acompañan evitan que cualquiera se atreva ni siquiera a acercarse. Muy cerca se encuentra el Parque de los Túmulos, que este sí amurallado, alberga más de dos docenas de túmulos, entre ellos el que protege la gran tumba del legendario rey Michu.

A la salida del Parque de los Túmulos, alquilamos unas bicicletas y nos adentramos en el gran Parque de Wolseong. Muy popular entre los coreanos, coincidimos con familias y parejas de paseo, niños volando sus cometas u otras personas en bicicleta. Aunque contiene también numerosos túmulos, quizás la principal atracción del parque es la pequeña torre-observatorio de Cheomseongdae, del siglo VII.

Después de un pequeño aperitivo coreano, continuamos nuestra ruta en bicicleta para visitar el Estanque de Anapji. Se trata de un gran estanque y jardines construidos también en el siglo VII por el Rey Munmu.

A pocos minutos en bicicleta, nos topamos con el Pueblo Tradicional de Gyochon donde, también por casualidad, comimos en un bonito restaurante típico un menú compuesto por montones de platillos; espectacular.

A diferencia de en las épocas  posteriores que el confucianismo fue ganando adeptos, durante el periodo Silla el  budismo era la principal religión del país. El gobierno y la sociedad funcionaban según los principios budistas y se construyeron grandes templos y pagodas. En los alrededores de Gyeongju se encuentran varios de los templos budistas más importantes. A pocos minutos en autobús de línea, llegamos al complejo del templo Bulguksa. Enclavado en las laderas del monte Toham, es un gran templo precioso que merece la pena visitar.

Cogimos otro autobús local para visitar la cercana gruta budista de Seokguram. Tras un agradable paseo a lo largo de una alameda, llegamos a esta pequeña gruta de granito construida de forma artificial en el siglo VIII. En su interior se encuentra protegida por un vidrio una delicada estatua de buda en el momento de la iluminación. Las vistas desde la zona de acceso, hacia el Mar del Este, son increíbles.

Para despedirnos de Gyeongju, el último día, cenamos en el magnífico restaurante Hongsi Hanjungsik. Se trata de un local tradicional totalmente acogedor con un servicio familiar y agradable y un menú interminable compuesto por todo tipo de platos deliciosos.

Costumbres tradicionales: Hora del té británica

Londres es un destino muy popular y seguro que muchos de vosotros habéis estado alguna vez. Son innumerables las guías, recomendaciones, consejos… que podemos recibir a través de distintas fuentes cada vez que visitamos Londres así que no vamos a hablar sobre la ciudad. Esta vez queremos profundizar un poco más en las costumbres y tradiciones de Inglaterra y vamos a explicaros lo que sabemos sobre la hora del té británica.

Haced un pequeño parón en vuestra rutina diaria si queréis saber desde cuándo y por qué existe la hora del té. It’s tea time!!!

El té de media tarde, que tanto asociamos a la cultura inglesa, es sorprendentemente una tradición relativamente moderna. El consumo habitual de té se remonta en China a tres milenios a.C. El té verde chino se exportó por primera vez a las cafeterías londinenses poco antes de la Restauración inglesa (restauración de la monarquía después de la revolución inglesa). Está documentado que fue en 1557 cuando se sirvió el té por primera vez en el «Garraway’s» de «Exchange Alley». Este último era un pequeño callejón de una zona residencial de Londres donde se concentraban numerosas cafeterías. Por esos años, el té era consumido por los hombres de las clases altas y mercantiles y se discutían los usos medicinales de esta bebida exótica y su «tolerancia por parte de los cuerpos ingleses».

En 1662 el nuevo rey de Inglaterra Carlos II se casó con la portuguesa Catalina de Braganza y fue gracias a ella que el té se extendió entre la aristocracia como bebida no alcohólica más que como medicina. Se hizo popular entre los círculos literarios cercanos a la corte y gracias a ella se consintió su consumo libre también entre las mujeres. Por lo tanto, en este punto hay que destacar que el té ya era conocido y ampliamente consumido en otros lugares de Europa. Se cree que llegó por primera vez a París en el año 1636 y rápidamente se hizo popular entre la aristocracia francesa. También se cree que fue una mujer francesa, la Marquesa de Sablière, la que inició la moda de añadir leche al té.

El reinado de Carlos II fue crucial para el crecimiento del comercio del té en Reino Unido ya que fue uno de los promotores de la invasora Compañía Británica de las Indias Orientales. Para el año 1700 se ofrecía té en más de 500 cafeterías en Londres. Su popularidad aumentó todavía más cuando la reina Ana de Gran Bretaña eligió el té como bebida para el desayuno en lugar de la tradicional cerveza. En los años de 1720 el té negro superó al verde en popularidad cuando se le añadieron el azúcar y la leche, algo que no se hacía en China.

Durante la segunda mitad de la época victoriana, con la Revolución Industrial, es cuando ya comenzaron a utilizarse los conceptos de «té alto» («high tea») y té bajo» («low tea» o «afternoon tea») que hoy en día suelen utilizarse indistintamente pero que tienen un origen y significado diferentes.

Té de media tarde, «afternoon tea» o «low tea».

Hasta mediados del siglo XIX el té se servía, según la estación del año, como simple bebida refrescante o caliente. La clase alta británica acostumbraba a ponerse a la mesa dos veces al día, en el desayuno y en la cena. Anna Maria Stanhope-Duquesa de Bedford fue la creadora del té de media tarde. Demasiado hambrienta en las horas de la tarde, tomó la costumbre de hacerse servir un surtido de «sandwiches» y pasteles acompañados por una taza de té entres las 3 y 5 de la tarde. Una especie de merienda que le permitía contener su necesidad de saciarse y poder pacientar hasta la cena de la noche. Invitaba a sus amigas a unirse a sus meriendas diarias, sentando el origen de las «Tea Party» organizadas en la corte inglesa. Se convirtió en un evento social para las clases altas bitánicas.

"Tea" por Mary Cassatt, 1880
Low tea

Té alto o «high tea».

En aquellos tiempos, la clase trabajadora tenía unos horarios y presupuesto diferentes. Las familias obreras terminaban su jornada laboral exhaustos en sus hogares. La cena consistía en todo tipo de carnes, pan, mantequilla, encurtidos, queso y por supuesto té. En su menú nunca aparecían refinados sandwiches, bizcochos o pasteles del té de tarde. Como este tipo de comida (equivalente a la cena) se tomaba en mesas altas en lugar de en las mesas bajas de té, fue denominada «té alto» o «high tea».

Por supuesto, las clases altas pronto desarrollaron su variación y la denominaron también «high tea». Era una comida fácil de preparar que solían tomar cuando sus sirvientes estaban fuera o no disponibles. Su «high tea» consistía en una fusión con el té de tarde añadiéndole alimentos como paloma, ternera, salmón y fruta.

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High tea

 

Hoy en día, la gente en Reino Unido bebe té varias veces durante el día; además en los últimos años, el café se ha convertido es una alternativa muy competitiva. El tradicional «Afternoon Tea» ha pasado a ser para los británicos un lujo para ocasiones especiales. Los turistas todavía pueden disfrutar de un clásico té de tarde en hoteles de lujo o en Casas de Té en zonas rurales.

Okinawa es diferente

Japón es un país que todo viajero debe visitar alguna vez en la vida. Es un país cuya cultura, historia, gastronomía y tradiciones no dejan indiferente a nadie. Japón nos encanta!

Pero, ¿y si hablamos de Okinawa?

La prefectura de Okinawa es la más meridional de Japón y comprende un grupo de 160 islas de las cuales sólo 44 están habitadas. Localizadas entre el mar de la China Oriental y el Océano Pacífico, al noreste de la isla de Taiwán, estas islas subtropicales sorprenden por su belleza y peculiaridades.

Okinawa posee una cultura y tradiciones diferentes a las del resto de Japón ya que antiguamente era un reino independiente.

¿Sabías que el idioma japonés que se habla actualmente allí es diferente al del resto de Japón ya que está influenciado por las lenguas ryukyuenses originales?

¿Sabías que Okinawa es el lugar de la Tierra donde habitan las personas más longevas?

¿Sabías que es allí donde se originó el karate?

Aquí dejamos una pequeña muestra de nuestro viaje a Okinawa y Tokyo. Esperamos que os hayamos contagiado un poquito nuestra pasión por este maravilloso país.