India es un país especial. De una manera u otra marca un antes y un después en la trayectoria de todo viajero. Lo he visitado en dos ocasiones y no me cansaré de volver. Son muchísimas las anécdotas y experiencias que periódicamente me vienen a la memoria. Algunas de ellas las plasmaré en la pantalla.
Diciembre 2014. Haciendo balance de sensaciones, segundo día en India, ambos nos dimos cuenta de que la evolución fue rápida y positiva. El día previo fue de pesadilla. Nos sentimos estafados por todo hindú que se nos acercó en Delhi. Fue toda una odisea pagar un precio justo por el primer taxi, que precisamente no nos dejó donde le pedimos. Parece que habían montado todos un complot para que no consiguiéramos un billete de tren para Agra. Nos mandaron a diferentes oficinas donde nos ofrecían todo tipo de transporte privado. Finalmente, conseguimos nuestros pasajes y nos relajamos en el tren.
Ya en Agra, supimos evitar a los estafadores y comenzamos a disfrutar del país. También está claro que todo se percibe mejor después de un sueño reparador, pueden ser las 8 horas mejor dormidas en mi vida. El hotel Sidharta es sencillo pero dormimos genial, a pesar de no haber sábanas suficientes para los dos y a pesar de los inesperados mosquitos invernales. No tan genial fue cuando descubrimos que el agua caliente allí difería poco de la fría.
Después de madrugar, terminamos desayunando de forma accidental pero placentera en el Joney’s Place, también en la zona del Taj. Típico lugar querido por las guías, la verdad es que nos ofrecieron un desayuno muy correcto en un espacio colorido y alegre; muy acertado.
Ya estábamos preparados para cumplir nuestra primera misión del viaje: deslumbrarnos (figurada y literalmente) con el maravilloso Taj Mahal. Faltan palabras para describirlo, creo que en este caso especial son más adecuadas las imágenes que las palabras.
Satisfechos, de vuelta en la estación de tren, no tuvimos «casi» problemas para conseguir nuestros billetes a Jaipur. Como disponíamos de 6 horas libres fue fácil decidir que más visitar en Agra, el contiguo fuerte.
Comimos en la zona comercial del Bazar Sadar ricas y picantes especialidades del sur para después conseguir fácilmente un rickshaw que nos llevara a la estación de tren. Ya cuando nos disponíamos a pagar al conductor, en la entrada, ocurrió algo que probablemente no olvidaremos jamás. Nosotros que ya nos estábamos acostumbrando al caótico y temerario tráfico de los hindús, no estábamos ni estaremos nunca preparados para asimilar lo sucedido a continuación. Una moto y un rickshaw chocaron de forma accidental, muy suave, y en cuestión de segundos, vimos al motorista apuntar con un revólver al conductor del tuc-tuc. No escuchamos discusión ni gritos, simplemente siguió apuntándolo con el arma hasta la retirada y huída sumisa del vehículo. Pasividad absoluta entre los testigos, pagamos y entramos en la estación para emprender nuestro viaje a Jaipur.